LA CASAPUERTA

Las casas de vecinos

Afortunadamente, cada vez quedan menos casas de vecinos, aunque aún quedan muchas, demasiadas. Las casas de vecinos concebidas a lo antiguo eran todo un mundo. Nadie que no haya vivido en una de ellas sabe a ciencia cierta cómo eran y cómo se desenvolvían. Cada casa en particular tenía su propia personalidad y su gobernabilidad, aunque todas ellas estuviesen cortadas por el mismo patrón, diseñado por el sistema imperante.

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A parte de la miseria profunda y desconcertante, de las estrecheces, y de muchas mas cosas todas desagradables y tristes, las casas de vecinos encerraban una profunda filosofía repleta de ricos matices y de tonificantes vivencias. Los vecinos en general, a pesar de sus dimes y diretes y de sus broncas a todo decibelio, tenían un sentido muy elevado de la familia, de la convivencia, del humanismo, de la solidaridad, del respeto; dispuestos en todo momento a echar una mano

La gracia y el ingenio popular estaba presentes en todo momento, incluidos los velatorios, y las penas, a pesar de los pesares, se llevaban de una forma diferente sin malos modos y comportamientos extravagantes En estas casas miserables sin baño, sin cocina, y sin espacio vital, han nacido grandes personalidades e ilustres ciudadanos para honra y orgullo de Cádiz.

Nada de eso sucede con nuestros políticos, que como alguien bien dijera, pertenecen a una raza aparte. Algo que no se filtra bien les hace ser diferentes al resto de los vecinos. No entienden más que de pelearse, no ya como malos vecinos, sino, como auténticos robots preparados para la provocación y el enfrentamiento de marketing. Las casas de vecinos tenían su porqué, sus rebeldías y su sabiduría, los políticos no tienen suficientes argumentos como para tan esperpénticos comportamientos.