SIN PAUSA. El candidato demócrata se dispone a continuar su campaña desde Chicago. / AP
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Los Clinton hacen piña con Obama

El ex presidente y la senadora por Nueva York apoyan juntos por primera vez al aspirante a vicepresidente demócrata, Joe Biden, en Pensilvania El candidato afroamericano aventaja en más de seis puntos a McCain

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El matrimonio más popular del panorama político estadounidense, el formado por Bill y Hillary Clinton, ex presidente y senadora por Nueva York, respectivamente, ha vuelto a demostrar que las rencillas con el candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, son cosa del pasado. Con los sondeos marcando más de seis puntos de ventaja sobre el republicano, John McCain, el aspirante afroamericano sigue rodeándose de apoyos de lujo en su carrera por sustituir a George W. Bush.

Tanto Bill como Hillary aunaron ayer sus fuerzas con el candidato a la vicepresidencia demócrata, Joe Biden, en un entrañable acto de campaña que tuvo lugar en Scranton (Pensilvania). Al contrario que en otras ocasiones, esta pequeña ciudad de uno de los estados clave de cara a las elecciones generales del próximo 4 de noviembre cuenta con una fuerte carga sentimental para Biden y la ex primera dama.

Al fin y al cabo, el 'número dos' de Obama vino al mundo en este recóndito lugar, que también vio crecer al padre de la senadora por Nueva York. Ambos han hecho constantes alusiones a sus raíces en esta ciudad durante sus carreras políticas en un arduo intento por conectar con la clase trabajadora de Estados Unidos. Cabe recordar que Scranton, como buena parte de Pensilvania, cuenta con un importante sector obrero.

Y es que el ex presidente Clinton y su esposa se han acostumbrado a su nuevo papel de 'animadores' de la campaña electoral de Obama. Pese a que el senador por Illinois frustró las aspiraciones presidenciales de Hillary y sus relaciones con el antiguo inquilino de la Casa Blanca no hayan sido del todo fluidas, el matrimonio comenzó ayer un maratoniano esfuerzo por dar al demócrata el último empujón para que ocupe el cargo más destacado de la nación.

Bill Clinton, quien ya mostró su pleno apoyo a Obama en la convención demócrata a finales de agosto en Denver, no comenzó a realizar actos de campaña a favor del senador hasta principios de este mes cuando hizo su aparición en algunos actos electorales en Florida. Tras su participación en Scranton junto a su mujer y Biden, Clinton tiene también previsto hacer campaña en Richmond y Roanoke, en el estado de Virginia. Además, visitará Ohio y Nevada en los próximos días con el mismo objetivo.

Por su parte, Hillary, fue la encargada de acudir a un acto de recaudación de fondos celebrado ayer por la noche en Filadelfia y hoy tiene previsto otro de campaña en el suburbio de Montgomery, lleno de electores indecisos. Posteriormente, está previsto que visite Ohio y Florida a lo largo de la semana.

Los últimos cien días

Y mientras Obama se dedica a captar cada vez más adeptos y McCain ve cómo la diferencia con su rival se agranda, el presidente Bush entró ayer en sus últimos cien días de mandato, ensombrecidos por una altísima impopularidad y una de las crisis económicas más importantes de las últimas décadas. Esta pasada semana el mandatario reconocía que «parece que voy a tener mucho trabajo que hacer desde ahora y hasta que el nuevo presidente asuma el cargo».

Desde que el pasado 15 de septiembre se agudizó una crisis económica que ya se forjaba en el horizonte, Bush, que se había mantenido hasta entonces en un distante segundo plano político, ha multiplicado sus comparecencias públicas. Sin embargo, su renovada actividad no le ha hecho más popular: las encuestas le dan apenas un 24% de aceptación, un nivel equivalente al que tenía Richard Nixon al dimitir, en 1974, obligado por el escándalo Watergate.

Aunque en la agenda del primer mandatario están previsto varios viajes relacionados con el intento de capear la tormenta financiera, no se descarta que haga una última escapada a Irak, el país que, más que ningún otro asunto, definirá su legado. En política exterior le quedan aún por completar un buen número de asuntos, aunque dispone de poco tiempo para lograrlo.

Lo que está ya claro que dejará pendiente a su sucesor, sea Obama o McCain, el negro futuro de las guerras en Irak y Afganistán. A dos meses y medio de que expire el año -y con él, el mandato de la ONU que legaliza la presencia de las tropas estadounidenses en el país del golfo Pérsico-, Bush aún no ha logrado resolver aún las negociaciones con el Gobierno en Bagdad sobre el futuro de esa fuerza, en la actualidad de 140.000 efectivos.

Pero la pieza clave de la legislación para los próximos cien días ya está firmada: la orden ejecutiva que crea el equipo de transición para facilitar la llegada del próximo presidente. El equipo empezará a funcionar esta semana e intensificará sus tareas a partir de las elecciones. El 20 de enero de 2009, George Walker Bush dirá definitivamente adiós después de dos mandatos.