Tocando el siglo
El poeta José Antonio Muñoz Rojas cumple 99 años y su familia lo celebra con un regalo especial de la editorial Pre-textos: su obra completa en verso, 'La alacena olvidada'
Actualizado:El poeta José Antonio Muñoz Rojas cumple 99 años. Rozando el siglo, instituciones y amigos de su ciudad natal, Antequera, preparan el centenario del autor de Abril del alma, Cantos a Rosa y Las cosas del campo. Pero la editorial Pre-textos se ha adelantado y hoy tiene previsto un regalo especial que servirá de anticipo, la publicación de su obra poética completa -un volumen con el título La alacena olvidada- con la colaboración de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. El editor Manuel Borrás y la familia del poeta se lo harán entrega en la Casería del Conde, cortijo de la vega antequerana en el que Muñoz Rojas vive una vida retirada entre olivares, entre las cosas del campo que siempre amó. «Una casa alta sobre un alcor, junto a un son de agua», como la describió Vicente Alexaindre, aparecía ayer silenciosa, apenas roto el silencio por el ladrido de algún perro, y ajena a cualquier efeméride.
Como lo desea fehacientemente el poeta, que huye de cualquier
boato u homenaje a su persona. Pudoroso y recatado y con su humor de siempre, a veces triste, a veces irónico y otras divertido, José Antonio Muñoz Rojas elude cualquier mención al cumpleaños o celebración. «No quiero nada», insiste cuando se le pregunta.
Año del centenario
Un deseo que hasta sus amigos boicotearán en este año del centenario que se avecina para recordar y celebrar que vive entre nosotros uno de los clásicos de la literatura castellana del último siglo. Ayer mismo uno de ellos, el historiador Antonio Parejo, le llevó como regalo un calendario de 2009 con fotos de Antequera y sus campos, tomadas por Tony Smallman y Peter Manchott, que recordará el año de su centenario. Recostado en su sillón junto a la mesa camilla y de espaldas a una alta ventana con vistas a los olivares, Muñoz Rojas cogió el calendario y se extasió con las imágenes, admirándolas una y otra vez, pero esquivando los textos con sus poemas que figuran al lado. Ni la insistencia de esta periodista para que se percatara de la alusión en la portada a su centenario le desvió la vista de las fotos. «¿Qué maravilla!», repetía provocando la sonrisa de sus contertulios en la mesa camilla.
Huye del protagonismo e intenta llevar una vida tranquila. Lee la prensa, «sólo lo que me interesa», dice sin soltar prenda sobre qué es lo que le interesa. Tampoco sobre qué autores jóvenes le gustan. Un diplomático tacto que añade a la generosidad con la que habla de sus amigos. En la tarde de ayer habló con mucho cariño, entre otros, de Manuel Borrás, ajeno a la sorpresa que hoy el editor valenciano le tenía preparada: el libro ya terminado de su obra lírica. Una cuidada edición con toda su poesía, incluidos textos inéditos y algunos perdidos en revistas difíciles de hallar.
Reconocimiento tardío
Borrás ha sido uno de los artífices del reconocimiento literario con que ahora cuenta José Antonio Muñoz Rojas en el ámbito nacional al publicar desde la década de los ochenta obras antiguas y otras nuevas del escritor. Un reconocimiento tardío: En 1998 obtuvo el Premio Nacional por Objetos perdidos y en 2002 el Reina Sofía por el conjunto de su obra. También en los noventa fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía, reconocimiento que se unió a las medallas de oro de su ciudad natal y de la provincia de Málaga. Sin embargo, su obra publicada se remonta a sus primeros años de juventud. Con apenas 20 publicó Versos de retorno. Cuando se lo recuerdo se sonríe. «¿No fue Las cosas del campo la primera?». La memoria a veces le despista, pero una vez que coge el hilo de los recuerdos se entusiasma. Evoca la casa donde nació, aledaña al convento de las Descalzas, que ahora es un colegio.
«Mi madre se murió siendo niño y me fui a vivir con mi abuela, ¿sabes?». Aquellas casas y sus recuerdos familiares aparecen en dos de sus libros de prosa poética, Las musarañas y La gran musaraña. Aunque sería otro, Las cosas del campo, publicado en 1951, con el que le llegó la consideración crítica. ¿Cuál de todos sus libros es su preferido? El escritor duda en responder. «Las musarañas, quizás, ó Las cosas del campo». Sin duda parecen ser los que más emociones le provocan. En uno escribe sobre sus recuerdos de infancia y en el otro sobre su pasión por el campo, escrito a ratos en la década de los cuarenta, tras la guerra civil, cuando vivía en la Casería del Conde recién casado y le gustaba, como hasta casi los ochenta, montar a caballo por los Cerrillos aledaños a la finca durante horas y horas.
Poeta por vocación
En realidad ha sido poeta por vocación, pero no de oficio. Apenas conocido hoy es su gran labor como secretario del Banco de Urquijo desde 1957 a 1983. A través de la Sociedad de Estudios y Publicaciones y con la revista económica Moneda y Crédito, Muñoz Rojas mantuvo durante 30 años contactos con varias generaciones de economistas, a los que desde la institución financiera el ayudó para que ampliasen estudios en el exterior o realizaran tesis. Un currículum laboral que obliga a preguntar al poeta por la situación económica y la crisis financiera. Coge el periódico de la mesa, lee los titulares económicos. «Sí, la situación de los bancos está difícil», dice, pero luego le quita importancia.