«Llevo 50 años sin volver»
Manuela Motabru, emigrante andaluza en Argentina, explica que le gustaría pasear otra vez desde El Albaicín a La Alhambra
Actualizado:La avenida del Libertador es una arteria inmensa que va mostrando distintas realidades de Buenos Aires. El día amenace lluvioso, pero el sol gana una nueva batalla en esta primaveral austral. El autobús aminora la marcha. Un grupo de peatones impide completar el giro hacia el aparcamiento. Su indumentaria les delata: trajes regionales andaluces, gallegos, asturianos...Es 12 de octubre y una amplía representación de los más de 261.000 españoles que residen en Argentina se disponen a celebrar el Día de la Hispanidad -o de la Raza, como se le denomina en Argentina- en el Centro Galicia.
Andalucía es la región invitada este año. El presidente Manuel Chaves, visiblemente emocionado, se reúne primero con un nutrido grupo paisanos que le reciben cantando el Himno de Andalucía.
Agradecimientos
Rara vez se encontrará a un auditorio tan entregado. Se mezclan sensaciones de un pasado allá y de un presente acá. La mayoría ha superado los 65 años, pero también hay jóvenes que pueden disponer de un futuro de ida y vuelta. Chaves anuncia que habrá becas para hijos y nietos de andaluces que quieran cursar sus estudios en universidades andaluzas. «No quiero que me deis las gracias, porque es Andalucía la que os debe mucho a vosotros», enfatiza Manuel Chaves.
Una anciana mira fijamente al escenario. No quiere perder hebra. Manuela Motabrú dejó su Granada natal de mocita. Hoy, a sus 71 años, peina canas y recuerdos. «Desde que vine, hace 50 años, no he regresado a Andalucía; tengo muchas ganas, pero a mí el avión me da mucho susto y, además, no tengo plata suficiente y...». De pronto, interrumpe su charla con el periodista. Chaves pasa muy cerca.
Manuela se avalanza y lo abraza. «Gracias presidente, gracias, por las medicinas». Su marido, el malagueño Antonio Alarcón -al que conoció paseando por una plaza bonaerense-, le espera para festejar.
Se despide hablando de una calle que baja del Albaicín y llega a la Alhambra. El nombre de los lugares pierde importancia con el paso de los años, pero su significado cobra más fuerza, sobre todo si se les venera a miles de kilómetros.