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PARA EL RECUERDO. Un grupo de bomberos retirados posa con un antiguo camión de servicio. / N. R.
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Las siete vidas de un oficio

El Parque Central de Bomberos de Cádiz inaugura oficialmente su sede en la avenida de Las Cortes, para la que se han invertido 3,45 millones de euros

CARMEN G. FRIGOLET
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La primera vez que le dieron un traje de bombero era época de Carnavales. «Parecía que íbamos disfrazados, pero se trataba de un acto público y teníamos que ir presentables». Joaquín Fernández Aragón ha andado descalzo por el fuego y ha intentado respirar con la ayuda de un pañuelo que hacía las veces de mascarilla. Aunque ya jubilado, ayer quiso celebrar con sus compañeros, de entonces y ahora, la inauguración del nuevo parque de bomberos de Cádiz.

El actual centro cuenta con 3.376,92 metros cuadrados de edificio, distribuidos en tres pisos, y un patio de maniobras de 1.536,75 metros cuadrados. El arquitecto Víctor Manuel Gómez González ha concebido un espacio que -en palabras de Andrés Beffa, presidente del Consorcio Provincial de Bomberos- «dignifica la actividad de los profesionales» y, además, dota a la infraestructura «con los últimos y más novedosos medios del mercado».

En la cochera, permanece intacto un camión que el uso y los años no han borrado de la memoria de Joaquín. De color rojo y un estilo inglés más allá de su volante a la derecha, el vehículo Dennis sigue siendo conocido por sus antiguos ocupantes como La Peseta. «Estuvo mucho tiempo abandonado en el muelle y cuando pasó al cuerpo de bomberos no tenía ni matrícula, así que no había día que nos multaran a la vuelta de una emergencia», explica, «hasta que le pusieron las siglas P.T.A. y ya se quedó con el nombre de la moneda para nosotros».

Su labor, ejercida desde 1960 en el área de Puerta Tierra, aún le evoca anécdotas de las que salió «con chamuscones nada más». «En una ocasión, recibí un premio de 200 pesetas por arrojarme desde un tercer piso para localizar un fuego», relata. Un sobresueldo que se sumó aquel mes a las 1.041 pesetas de su salario. El parque de nuevo uso ha costado 3,45 millones de euros. Y Joaquín no deja de contrastar el resultado con las instalaciones en el antiguo Grupo Renfe, donde trabajaba su abuelo, y el anterior núcleo de intramuros. Dice que ha seguido de cerca todo el proceso de obras de la central, culminada en quince meses. Lo que el presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Barra, califica de «inusual» al repasar el periodo de tensiones y posteriores acuerdos entre su competencia y la del Consorcio de Bomberos.

La mejora de condiciones salta a la vista para el efectivo retirado. Aún guarda en el armario tres cascos de bombero a los que debe sus siete de vidas de gato. Confiesa que, por la noches, sueña todavía que sigue «en activo».