CALLE PORVERA

¿Quién gana con esta guerra?

El límite que separa al periodista del protagonista se puede medir con una zancada. El espacio es cortó, prácticamente inexistente, pues la grabadora queda a la misma altura de la boca. En este caso el mensajero tiene el privilegio, es el elegido para trasladar las palabras de la estrella, el político, el futbolista, el ladrón o el asesino. Casi puede meter la mano allí donde apuntan todos los focos. Algo que le beneficia, pues debe contar la noticia de primera mano, pero que también puede tener una cara negativa cuando el límite se sobre pasa por una u otra parte. Cuando el protagonismo se confunde.

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Durante esta semana, un compañero de la prensa deportiva se ha metido de lleno en un fregao que poco tiene de futbolero y menos aún tiene de noticia. El problema en cuestión nace de una disputa personal entre un periodista y un directivo del Xerez Deportivo. Una persona a la que la desesperación le hace olvidar el cargo que ostenta y a la entidad que representa para recriminar y amenazar sin justificación alguna. El error es grande, tremendo.

Pero por mucho que los nervios invadan este tipo de conversaciones. Aquellas amenazas lanzadas al viento se recogieron en una conversación privada, que no deja de serlo por mucho que se difunda a través de las ondas de una radio.

La metedura de pata es impropia de dos profesionales, pero mi intención no es la de hacer sangre a ninguna de las partes, ni la de echar más leña a un fuego que nunca debió prender, pues ¿qué sentido tiene esta batalla? ¿Cuándo comenzó esta guerra? ¿Qué han ganado las partes implicadas? ¿Alguien ha vencido?