ALEGRÍA EMPAÑADA. Una joven kosovar celebra en las calles de Viena la proclamación de la independencia de la ex provincia serbia el 17 de febrero. / EFE
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Serbia gana el primer asalto ante Kosovo

El presidente Tadic logra una victoria diplomática y política al lograr que la ONU remita al Tribunal de La Haya la independencia de la ex provincia

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Tras haber sido durante más de una década un apestado de la comunidad internacional, Serbia obtuvo el miércoles su primera victoria diplomática relevante desde las guerras de los Balcanes. La asamblea general de la ONU decidió, en una votación ajustada, remitir el espinoso caso de Kosovo al Tribunal Internacional de La Haya. La delegación serbia no pudo evitar prorrumpir en gritos y aplausos. Lejos de encarrilarse la normalización de Kosovo (la ex provincia serbia de mayoría albanesa que proclamó su independencia en febrero), el dossier quedará dos o tres años en el limbo.

Es una victoria para la política de negociación y diplomacia del presidente serbio, Boris Tadic, que era ridiculizada por sus adversarios como blanda e ineficaz. Además, coincide con un momento inédito por el campo libre de estabilidad que se le abre delante para el Ejecutivo europeísta del partido de Tadic. Tras vencer en las elecciones de mayo, el Partido Radical del ultranacionalista Tomislav Nikolic, que siempre acariciaba el triunfo y tensaba la política interna, se ha desmoronado. Nikolic ha roto con el partido y ha fundado uno propio, llevándose una decena de diputados, con tesis más pragmáticas. Es el momento más dulce que han conocido nunca Tadic y los europeístas serbios.

El frente exterior queda condicionado por el tribunal de La Haya, que tardará al menos dos años en aclarar si la secesión de Kosovo, como alega Serbia, viola la Carta de Naciones Unidas y la resolución 1244, que puso fin a la guerra. Aunque su parecer no sea vinculante, y obviando de momento que podría dar la razón a Belgrado, sin duda atasca un proceso que Occidente presentaba como evidente y quería ventilar cuanto antes. La crisis de Georgia, donde los separatistas han esgrimido el precedente de Kosovo, ya fue una alarma. Ahora, 77 países han apoyado en la ONU la reclamación serbia, contra 74 que se abstuvieron y seis votos en contra: Estados Unidos, Albania y cuatro miniestados del Pacífico que secundan a Washington. España y otros países con problemas de nacionalismos internos, como Grecia, Chipre, Eslovaquia y Rumanía, votaron con Serbia. El resto de la UE se abstuvo. El mensaje que queda en el aire es que la solución de Kosovo no está nada clara. De hecho, enrarece aún más la misión de la UE, llamada EULEX, que debe sustituir a la ONU y cuya llegada se ha ido retrasando. La nueva fecha es a final de este mes.

Catarsis

La noticia cayó ayer en Serbia, que seguía la asamblea en directo por televisión, como un triunfo catártico que les reconciliaba con el resto del mundo. Desde el punto de vista político, para Serbia significa que los reconocimientos de Kosovo se frenarán, y hasta aspiran a reabrir las negociaciones con Pristina. En Kosovo, naturalmente, han sentido una ducha helada. El primer ministro de Kosovo, Hashim Thaci, replicó que sólo «poderes sobrenaturales» pueden detener la independencia.

En cuanto a la situación interna, hay otras noticias positivas. Tras el acuerdo con Gazprom, Fiat firmó hace diez días su desembarco en Zastava, la histórica marca de automóviles serbia. Por último, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Mundial destinarán 820 millones de euros para el tramo serbio de carreteras del corredor europeo número diez. Serbia espera lograr la categoría de país candidato a ingresar en la UE el próximo año. Holanda y Bélgica siguen bloqueando su ingreso hasta la captura de Ratko Mladic y Goran Hadzic, los dos últimos criminales de guerra libres.