Una llamada de impaciencia le trajo la suerte definitiva
Andrés Bellido se encontraba en su puesto de trabajo esperando noticias de su novia, que había acudido al sorteo de las 23 fincas para menores de 35 años de ayer. Impaciente, decidió llamarla para preguntarle y la casualidad quiso que en ese instante saliese del bombo el número que correspondía a su nombre.
Actualizado:Leticia Martínez y su madre saltaron de alegría, se abrazaron y las lágrimas brotaron de los ojos de la chica, de 25 años.
Ella y Andrés, de 27 años, llevaban varios meses buscando un piso donde poder iniciar una vida en común. Pero este objetivo se había convertido en una misión imposible: «Los precios de las viviendas de renta libre eran prohibitivos, y nuestros sueldos, de momento, no podían hacer frente a una hipoteca». De hecho, en varias entidades bancarias les habían denegado el préstamo hipotecario. «Por eso decidimos participar en el sorteo y desafiar a la fortuna», añadió la joven.
La pareja visitó, casualmente, la finca de Teniente Andújar el martes, «y cuando la vi por fuera me puse a llorar», confiesa Leticia, que añadió que «de la obsesión que tenía por el sorteo, soñé que me tocaba, pero no esa casa, sino otra vieja y casi derruida, aunque me daba igual: yo lo que quería era tener casa y hoy ya la tengo». Luego admite: «Hemos tenido mucha suerte».
Los novios cuentan, además, con el aval de sus padres, que los apoyarán económicamente en todo lo que puedan para hacer frente a los futuros gastos de la compra de la vivienda.