Txumari
Txumari Alfaro ha estrenado programa en La Sexta. Se llama Salud a la carta y se emite los días laborables a las diez de la mañana. Su estreno ha sobrepasado francamente el umbral de la catástrofe: una cuota del 1,5%, que puede traducirse en unos 30.000 espectadores. Txumari Alfaro, que redescubrió a los españoles los secretos de La botica de la abuela, esperaba con este programa ofrecer una pauta de cocina saludable: junto a Bruno Oteiza, que es el cocinero de La Sexta, nos confecciona menús de mercado baratos y buenos para el cuerpo. La idea no era mala, pero el proyecto pinta más bien sombrío. ¿Por qué? ¿Qué falla aquí? Hay quien dice que el estilo Txumari ha quedado arrinconado por el paso del tiempo (ya se sabe que el tiempo, últimamente, pasa a velocidad de vértigo), porque las cosas que este hombre nos vendía han terminado siendo asumidas por el circuito convencional del consumo. Hace sólo diez años, hablar de las virtudes del áloe vera o de las infusiones de cola de caballo era algo muy novedoso e incluso un punto rebelde: descubríamos cosas desconocidas (o, más exactamente, olvidadas) que, además, nos situaban frente al mundo oficial de la industria de la alimentación, siempre tan pródigo en la elaboración de porquerías; contra lo artificial del establishment alimentario-sanitario, el retorno a las fuentes naturales.
Actualizado: GuardarEra justo y necesario. Txumari tenía razón. Pero fue justamente el éxito de sus prédicas lo que hizo que, a partir de un cierto momento, resultaran ya completamente prescindibles: hoy va uno al supermercado y constata que la mayoría de los alimentos presumen de sus cualidades biológicas, que están enriquecidos con multitud de vegetales y minerales, que apuestan unánimemente por lo natural frente a lo artificial, que ponen bífidus en el vino y áloe vera no ya en los jabones, sino hasta en las camisas (como se lo cuento).
En tiempos como los que ya están aquí, de vacas tan flacas, nunca vendrá mal que nos aconsejen para ahorrar dinero sin perder salud.Y seguramente su audiencia seguirá siendo bajísima, porque la matinal de La Sexta es un desierto hostil, pero de eso la culpa no la tienen Txumari Alfaro y Bruno Oteiza.