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El sector de la flor cortada se recupera tras ocho años de dura crisis
Los empresarios se esfuerzan en diversificar sus productos para potenciar el hasta ahora descuidado mercado español La exportación de claveles durante el primer semestre de 2008 ha logrado triplicar a la que se había regristrado un año antes
Actualizado: GuardarEn Chipiona llevan oyendo hablar de crisis desde hace más de ocho años. La crisis que marchitó al sector de la flor cortada, una actividad agraria que se convirtió a principios de los 80 en la principal fuente económica, después del turismo, de esta ciudad de la costa noroeste, cuando los agricultores cubrieron sus huertos para transformarlos en invernaderos y cualquier dueño de un terrenito cultivaba claveles y miniclaveles, la flor estrella de Chipiona. La flor cortada, sin embargo, murió de éxito hace casi una década.
Ahora, en medio de la otra crisis que atenaza a las economías mundiales y los bolsillos españoles, esta industria agrícola lucha por salir del agujero. «Parece que la cosa repunta, después de haber tocado fondo», afirma Jesús Casado, director del Centro de Investigación y Formación Agraria de Chipiona, una institución dependiente de la Junta que nació con el boom del clavel en los 80 y que funciona como una especie de observatorio en el que se imparten talleres para modernizar el sector.
Los datos corroboran este repunte: mientras en 2007 la exportación de flores desde Andalucía se situó en 3,2 millones de kilos, «los datos del primer semestre de 2008 muestran un cambio de tendencia, ya que las exportaciones se han triplicado», indican desde la Consejería de Agricultura de la Junta.
A los lados de la carretera que une Sanlúcar y Chipiona se ven todavía invernaderos abandonados, con retales de plásticos rasgados. Pertenecen a los miles de agricultores que al calor del éxito de la flor cambiaron sus huertos de hortalizas por claveles y miniclaveles, el tipo de flor que acapara el 90% de la producción chipionera. Haciendo memoria, el momento de no retorno se sitúa en el año 2000. Entonces, la superficie de campo destinado al cultivo de la flor en Chipiona superaba las 700 hectáreas, mientras hoy apenas alcanza las 300 hectáreas en poco más de 900 explotaciones de carácter familiar
Durante los últimos ocho años, además del suelo cultivado, se redujo la producción casi un 75%, mientras la calidad de las flores empezaba también a resentirse. En su día funcionaban hasta 40 compañías dedicadas a comprar a los agricultores y exportar las flores, pero ahora sólo sobreviven seis en toda la ciudad, de las cuales tres gestionan el 80% de lo que se recoge en los campos: Enrique Montalbán SL, Flor España y Rivera. Las otras tres son pequeñas empresas familiares. La caída de los precios fue también estrepitosa, especialmente en 2006, cuando se perdió el valor del clavel hasta un 50% con respecto al año anterior. A finales de 2007 el precio era de hasta un 7% menor al de 2002.
La deslocalización
En cuanto a las causas de la crisis, todos (agricultores, exportadores y administraciones) coinciden en culpar a la deslocalización, un fenómeno que ha afectado también a otros sectores económicos de la provincia como el naval o, más recientemente, el industrial. En Chipiona, la competencia exterior hizo que el sector se estrellara a finales del siglo XX, cuando se incorporaron al mercado internacional países más pobres como Colombia, Ecuador, Kenia o Turquía, donde las condiciones climatológicas (la gran ventaja que hizo prosperar a Chipiona en los 80) son aún más favorables que en España y donde el coste de producción es mínimo.
Los cultivos en estos países estaban siendo estimulados, además, por las grandes multinacionales de la flor británicas y holandesas, que impusieron estrictos programas de calidad que superaban a los españoles.
Aún así, no toda la culpa es achacable al mercado extranjero, sino también a una gestión española poco productiva y descuidada con la calidad. «Se pensó que aumentando la cantidad de flores bajaría el precio», explica Jesús Casado. «Pero eso llevó a obtener una peor calidad». El mercado, sin embargo, exigía precios competitivos, pero también un grado de calidad del producto que Chipiona era incapaz de ofrecer, ya que exportaban flores sin certificados, procedente de esquejes piratas y de cultivos masificados. «Tampoco se buscaron alternativas de producción», lamenta Jesús Casado. Las empresas, por su parte, lamentan la «falta de ayudas para mejorar, mecanizar y modernizar la agricultura», explican desde una de las grandes empresas exportadoras.
El sector se diversifica
En este sentido, el director del Centro de Investigación Agraria de Chipiona considera que la recuperación actual ha llegado una vez que la propia crisis ha depurado la profesión de los agricultores y los exportadores, que empiezan a diversificar sus productos para explorar nuevos mercados, empezando por el español que hasta ahora había sido totalmente descuidado por las empresas. Las empresas chipioneras comienzan, por ejemplo, a volver sus ojos tímidamente hacia el mercado español, a pesar de que «en España no se compran flores, sólo en cuatro fechas especiales», explican en Enrique Montalbán, que destina un 30% de su producción al mercado interior. Estos días comienzan los preparativos en Chipiona para una de estas épocas de mayor producción: la fiesta de Todos los Santos, cuando se duplican las compras de flores para los cementerios. En este caso, el clavel se cambia por el crisantemo. A mediados de este mes comenzará la actividad frenética, que se repetirá en diciembre, por las Navidades. Las otras dos fechas marcadas en el calendario son San Valentín y el día de la Madre, en mayo. Durante el verano y hasta noviembre, el mercado se queda seco. «Habrá que inventarse una fiesta en medio, como el Día del Maestro de Rusia, donde los niños tienen la costumbre de llevar una flor a su maestro al comenzar el curso», explica».
«Aquí no tenemos cultura de flores; aquí sería impensable llevar un ramo cuando te invitan a cenar como en otros países», lamenta María José Giménez, de la empresa Flor España, que exporta el 100% de la flor que compra en las explotaciones chipioneras al extranjero.
La producción para España se basa, sobre todo, en la llamada «planta viva»: es decir, la flor que se cultiva en maceta. «Porque es más rentable, ya que dura más tiempo». En este sentido, en el Centro de Investigación Agraria de la ciudad chipionera ya se empieza a percibir interés por el clavel enano, que se cultiva en maceta». De nuevo, el sector debe optar por renovarse, para no morir.