VUELTA DE HOJA

Billetes transparentes

Aún no hemos llegado a ese momento, que según Woody Allen culmina toda crisis económica auténtica: cuando las palomas le echan miguitas de pan a los transeúntes. Nos quedan unos meses para comprobar los buenos sentimientos de las que Góngora llamó «aves lascivas» y simbolizan ahora la paz, no sin dimitir de su dura misión de representar al Espíritu Santo. No estamos todavía en la ruina completa en España, pero sí en el estadio anterior, que es el de preferir ser de otro sitio donde se lleven mejor las cuentas.

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Se ha resucitado una germanofilia anacrónica al divulgarse que en Alemania, para evitar el pánico en las sucursales bancarias, que siempre antecede al pánico en las centrales, se garantizan todos los depósitos. El Gobierno federal asegura «hasta el último euro», mientras el Reino Unido sólo promete más ayudas a las entidades y aquí seguimos dedicándonos a investigar el paradero del dinero oculto.

Es curioso que el dinero negro, a pesar de su color, se haya hecho translúcido. La cantidad de billetes de 500 euros desaparecidos en combate, si decidieran regresar a sus diarias trincheras, podrían solucionarlo si no todo, casi todo. No debemos hacerle mucho caso a los contables, pero sí alguno: según estos privilegiados cajeros gubernamentales, hay 108.000 millones de billetes de esa cuantía refugiados en sus cuarteles de invierno. Una fortuna cabe en una caja de zapatos si los billetes están bien prensados y son nuevecitos. Y si la caja perteneció a un jugador de baloncesto que calzaba un 52 ancho, cabe fortuna y media.

Ni el Banco de España ni la Secretaría de Estado de Hacienda se muestran partidarios de amnistiar a los afortunados miserables que han ido acumulando los llamados binladen. Les gustaban los cromos repetidos. Ahora pueden llevar al tinte el dinero negro. Ánimo.