Con Raúl no fue suficiente
Los dos goles del '7' sólo sirvieron para que un Madrid discreto salvase un punto ante un buen Espanyol que pudo sentenciar en el primer tiempo
Actualizado: GuardarDespués de seis victorias consecutivas, el Madrid tropezó. Y lo hizo en casa y ante el Espanyol, un rival amigo que ya acumula trece años sin vencer en Chamartín, desde los tiempos de Lardín. Los de Schuster volvieron a jugar con fuego -nada que ver su fútbol ramplón con el festival del Barça aunque en la tabla estén empatados- y esta vez se dejaron dos puntos que no fueron tres gracias a Raúl. El 7 se reivindicó con dos goles -ya suma cuatro en esta Liga- y, como en tiempos de Aragonés, se llevó los pulgares hacia su dorsal. Aquí estoy yo, como los viejos rockeros que nunca mueren, vino a decir el madrileño.
El largo viaje de ida y vuelta a San Petersburgo pasó factura a los madrileños, que salieron adormilados y dejaron hacer a un Espanyol que tocó a su antojo en el primer tiempo, se adelantó dos veces, jugó bien pero nunca se creyó de verdad la posibilidad de hacerle un descosido al campeón. O al menos esa es la sensación que dejó en un escenario que le acompleja. Cuando se le tiene contra las cuerdas, al Madrid hay que noquearlo. Si no, siempre tienes el riesgo de que remonte el vuelo. Y más si Raúl tiene hambre después de no haber comido en Rusia.
El Espanyol dominaba como si tal cosa la situación ante un auditorio mudo, molesto por la mala disposición de su gente, pero convencido de que, tarde o temprano, su equipo reaccionaría y vencería. Como casi siempre. Es lo que tiene ser hincha del club más ganador del mundo. Tamudo, el otro Raúl, también venerado por un madridismo que vio, gozoso, como hacer un par de años birlaba una Liga al Barça, supo moverse entre una zaga desajustada. Fue a la compra, guisó y se comió el 1-0. Arrancó en posición correcta, ya que Ramos se quedó enganchado, y esperó a que el veterano Heinze le hiciera un penalti de niño. Y no falló.
Al palo
En cuanto se vio en peligro, el Raúl Madrid sacó sus garras. Y en un tris, empató. Ramos vio el desmarque de Raúl, le metió un balón de oro y el capitán cabeceó como dicen los manuales. Vuelta a empezar y el balón para los pericos, que jugaban con él sin verse acosados por blanco alguno. Moisés, Román y De la Peña ganaban el centro del campo. Pero apenas se pisaban las áreas, hasta que llegó otro despiste defensivo, un centro chut y la pierna de Luis García en boca de gol.
Durante un ratillo, el Espanyol se gustó, pero le faltó pegar. De nuevo Luis García pudo marcar pero su golpe franco lo devolvió el poste. Por lo que se veía, el descanso podía ser la mejor noticia para el Madrid. Pero este equipo es distinto al resto, resurge cuando menos se espera y de la nada te machaca. Pérez Burrull decidió descontar dos minutos, suficiente para que Raúl volviera. Un rechace, un control con la izquierda y un golpeo sutil con la derecha. Todo rapidísimo, casi tanto como lo que tardó en repetir viejos gestos. En el palco no estaba Aragonés, que sufría quizá sus últimas horas en Turquía. ¿Mensaje para Del Bosque?
El Madrid creció en la reanudación. Aumentó el ritmo y, ya con Robben, fue a buscar al Espanyol, que no dudó en aprovechar los espacios y contragolpear mientras le acompañó el físico. El choque se hizo más vistoso. Había más peligro. Aparecía ya Van Nistelrooy. Alerta máxima. Tras dos meses de lesión, Sneijder salió al rescate en lugar de De la Red, muy gris esta vez. El Madrid no culminó la remontada. La excepción que confirma la regla.