«Los niños vivíamos pendientes del ratito que la tele nos dedicaba»
En los años ochenta los concursantes del mítico Un, dos, tres eran la envidia de los españoles. No aquellos que después de tres horas de programa se llevaban mil rollos de papel higiénico, sino los que salían de allí a bordo de un coche o con las llaves del ansiado piso en Torrevieja, símbolo del lujo en aquella época. Porque un pisito de veraneo en el Mediteráneo sólo se lo podían permitir los pudientes y los concursantes del Un, dos, tres.
Actualizado:Una de aquellas personas del segundo grupo fue Concha Galán (Madrid, 1963). «Entonces lo presentaba Mayra Gómez Kemp y gané un coche. ¿Quién me lo iba a decir a mí, que desde hacía años no me perdía uno solo de aquellos programas por la tele!», recuerda la presentadora, que se declara admiradora confesa de Kiko Ledgard.
Pero además de con los ojos como platos siguiendo los avatares de los concursantes de Un, dos, tres, la madrileña recuerda verse de niña con «la merienda delante del televisor, que era como entonces se llamaba a la tele», apunta. Aunque «desafortunadamente no había mucha programación infantil», los niños vivían «pendientes del ratito» que aquella caja mágica les dedicaba. «Antes de hacer los deberes veíamos en casa Barrio Sésamo, Un globo, dos globos, tres globos..., Los payasos de la tele...» y unos años, añade Concha Galán, Los Chiripitiflaúticos.
En todo caso, y a pesar de los gratos recuerdos que Galán guarda de la tele de su infancia, la presentadora considera que la época dorada de la pequeña pantalla se vivió muchos años después, cuando ella ya formaba parte de la gran familia televisiva. «En los años noventa aparecieron las cadenas privadas y hubo más oferta. Fue una televisión de calidad y de grandes formatos para ver en familia», explica quien fuera una de las recordadas chicas Hermida.