CALLE PORVERA

ayudas que no tienen precio

Se habla habitualmente de que en la sociedad actual se tiende a ser individualista, egoísta, vamos que casi nadie le echa una mano a otro, salvo que saque algún interés a cambio. Yo habitualmente soy escéptico sobre las generalidades que utilizamos a la hora de calificar a la gente por su lugar de nacimiento, raza, cultura o creencias, aunque no es menos ciertos que muchas veces recurrir a los tópicos resulta lo más cómodo.

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Esta semana viví una experiencia que tardaré mucho tiempo en olvidar y que sin duda ha reforzado en mí la idea de que hay buenas personas, que se preocupan por ayudar a los demás de manera gratuita. Como iba, diciendo días atrás al aparcar el coche en la calle Porvera para venir a trabajar, se me cayó la cartera en la acera. En un primer momento no me dí cuenta y seguí haciendo mi vida normal. Volví a casa a comer y cuando regresé a la redacción empecé a intranquilizarme porque no la encontraba por ningún lado. Aún así pensé que podía habérmela dejado en mi domicilio y confié en encontrarla cuando regresara por la noche. Sin embargo, la situación se convirtió en crítica cuando busqué por todos los rincones de mi casa, también en el coche, y no la encontré. Sinceramente lo primero que pensé es que ya no la iba a poder recuperar con todos los condicionantes que eso supone, no ya por el dinero en sí, sino porque me había quedado sin carné de indentidad y de conducir, sin las tarjetas bancarias, etc. Cuando ya pensaba que al día siguiente tendría que comenzar los trámites para renovar y anular lo perdido, recibí la llamada de Juana, una agente inmobiliaria jerezana, que se molestó en buscar mi número de teléfono entre los contactos que pudo encontrar para devolvérmela, y la verdad es que ese tipo de ayudas no tienen precio.