Hacen fila para poder comer.
Economia

La crisis que dejó una huella indeleble

La opulencia de los años veinte y la crisis de los treinta en EE UU tuvo su reflejo en la literatura y en muchos casos también en el cine. Los locos tiempos previos a la crisis, con unas clases alta y media-alta volcadas en el consumo y la frivolidad como estilo de vida fueron plasmados en el papel mejor que nadie por Scott Fitgerald. El gran Gatsby y Hermosos y malditos, con su lujo y sus fiestas continuas, son la imagen de lo que sucedía en determinados ambientes del país. Pero luego llegó la crisis. Scott Fitgerald estaba humana y literariamente acabado, y fueron dos escritores premiados con el Nobel quienes recogieron el testigo: John Steinbeck y William Faulkner. El primero hizo el mejor retrato de la depresión en Las uvas de la ira, pronto llevada al cine. Una novela terrible sobre la miseria y la dignidad humana (y la indignidad). Faulkner puso su mirada en el sur, en esos estados habitados por una aristocracia rural arruinada por la caída de los precios agrarios y unos trabajadores negros a quienes la abolición de la esclavitud había proporcionado más hambre que libertad.

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El escritor de la opulencia de las últimas décadas ha sido Tom Wolfe. La hoguera de las vanidades y Todo un hombre explican el derroche, los comportamientos al borde la legalidad o fuera de ella y la delincuencia de alto nivel disfrazada de glamour. ¿Quién será el autor literario que retrate la crisis de la era post Bush?