La vida sigue igual
Rebuscanso, rebuscando entre los papeles me tropecé con el siguiente titular: «Castigo para 61 aficionados y 10 clubes. Antiviolencia cierra los 13 días de vandalismo con 200.000 euros en propuestas de sanción». Data del 10 de mayo del 2002 por lo que retrocedí varios días en el tiempo hasta que llegué al 3 del mismo mes para leer: «El fútbol vuelve a dar miedo. La proliferación de actos violentos siembra el temor de los aficionados y obliga a las autoridades a tomar cartas». Prueba de ello es que el entonces vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se apresuró a encomendar a un grupo de expertos un plan concreto antes de julio para frenar la violencia.
Actualizado: GuardarComencé a refrescarme la memoria con la semifinal entre el Real Madrid y el Barcelona de Liga de Campeones. Agresiones de los Ultrasur antes del encuentro, una de ellas a un fotógrafo que tuvo que ser hospitalizado, y el lanzamiento de dos bengalas por parte de los Boixos Nois desde la última grada del Bernabéu. Florentino Pérez, lamentó los altercados pero exculpó a su club de toda responsabilidad. Entre otras buenas razones porque todo ocurrió fuera del estadio. Una semana antes, un hincha del Betis había entrado con un artilugio que tiró 13 cohetes sobre la afición rival, la del Sevilla. Tres jornadas antes, unos boixos tomaron al asalto el antepalco del Camp Nou y en Copa de Europa el portero del Panathinaikos fue alcanzado por una bengala en el campo azulgrana. Tampoco pasaba por alto la invasión vivida en el campo del Oviedo. La mancha también se hizo extensible al resto de Europa, por lo que se puso en funcionamiento al año siguiente el programa Eurofan, consistente en extremar las medidas de seguridad, al tiempo que apremiaba a que los controles se hicieran con esmero. Desde aquellos fatídicos días han transcurrido seis años con la suma de varias desgracias que no nos hacen albergar ninguna esperanza de arreglo. Montjuic es sólo un ejemplo más.