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ANDALUCÍA

Recordando

ES notorio y sabido que, entre ellos, los agentes políticos no se respetan en absoluto. La señora Cospedal, que es la que organiza y se responsabiliza de la maquinaria interna del PP, ha dicho del presidente Zapatero que miente «de manera infame». Semanas atrás, el número dos del socialismo andaluz, Luis Pizarro, calificó a su rival político, Javier Arenas, el líder del PP andaluz, de «trilero». Y así podríamos seguir hasta casi el infinito. Pero no se trata de una tendencia más o menos novedosa.

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Porque si bucean en las hemerotecas andaluzas de los años 70 y 80, encontrarán sin exhaustivas búsquedas, sapos y descalificaciones políticas de mucho grosor y contenidos nada edificantes en los intercambios dialécticos de aquellos representantes políticos. Y lo más curioso, por cierto, es que tales excesos son, precisamente, los políticos los primeros en relativizarlos, incluso vienen a señalar, con cierta ironía, que tales exabruptos «van incluidos en la nómina».

Cómo olvidar, por ejemplo, a un Luis Carlos Rejón (IU) o a un Antonio Hernández Mancha (PP), sin olvidar al pantzer socialista, Ángel M. López y López, un bendito de Dios Nuestro Señor cuando asumió la presidencia de la Cámara y un látigo de fuego y azufre, dialécticamente hablando, para sus adversarios políticos cuando ejerció de portavoz de la sempiterna mayoría socialista en la Cámara; especialmente recordable es una tarde de pleno del otoño andaluz en que pilló por babor al portavoz del PP, Antonio Hernández Mancha, y hasta más de un socialista elevó preces íntimamente a santa Ángela de la Cruz para que no mortificara más al todavía abogado del Estado en ejercicio.

Y otro ilustre que pasaba ampliamente de lo que llamamos caridad cristiana fue el portavoz de los rojos de IU, Felipe Alcaraz, más cáustico que un bote de lejía de garrafa, y más irónico que el maestro Quevedo en sus tiempos de juventud de la corte. No todo ello, naturalmente, sin desmerecer a algunas «boquitas pintada» de los tiempos presentes. Es decir, siempre cocieron habas.