La primera ‘promoción’ de Cádiz
El Informe oficial de la excavación del Solar de El Cómico revela que las prospecciones han sacado a la luz restos de las viviendas más antiguas de la ciudad y contrastan un terrible incendio en época púnica
Actualizado:Mucho, muchísimo antes de que en los despachos de San Juan de Dios se moviesen los planos de lo que será el Cádiz del futuro, antes de que llegasen los asustaviejas y los PGOU, bajo lo que hoy en día es la calle San Miguel se ponía en marcha la primera –que se sepa– promoción urbanística de la ciudad. En el siglo VII, no había falta de suelo y en el cerro de lo que ya comenzaba a ser Gadir, algún fenicio juntaba los cuartos que le había dejado el comercio con el Mediterráneo y plantaba los primeros muros de un barrio del siblo VII a.C. Probablemente no supiera en ese momento el constructor que su proyecto iba a llenar de titulares de los periódicos hoy que salen a la luz, 2.800 años después, los últimos informes arqueológicos del Solar del Cómico, donde las excavadoras han dado un respiro a la historia de la ciudad en el intento de encontrar la prueba definitiva de sus 3.000 años de historia.
Los argumentos no van mal encaminados. Hasta el momento, los trabajos de los técnicos llegan a la época de aquel primer constructor a la que la ciencia denomina fase fenicia arcaica. En los sondeos de los profesionales, que han durado meses, ya salen a la luz muros del siglo VIII con sus correspondientes pavimentos.
No todo era ladrillo. Algunos hallazgos dan testimonio de la vida cotidiana de sus habitantes, que allí perdieron lo que son hoy «restos de gran interés» como lucernas, pithois, cuencos y platos de engobe rojo y hasta una fíbula del tipo alcores, y que se fecha en torno a los siglos VII-VI A.C.
Fase púnica
El paso del tiempo se deja ver en la siguiente fase, la púnica, de la que quedan los derrumbes de muros, fechados en el siglo VI a.C. y bajo ellos restos de una «estructura doméstica» de tres habitaciones de gran tamaño. Para el suelo, los fenicios gaditanos habían elegido arcilla roja en algunas partes y conchas en otras, un pavimento muy común en estas fechas. En una de las habitaciones los arqueólogos han dado con una torta de cerámica, que sirve de base para un horno que se conserva in situ.
Como suele ocurrir generalmente al escarbar en la historia, los restos precedentes se reutilizan, en una continua superposición de capas. Debajo de los restos del siglo VI asoman otros del VIII (siempre a.C) y las huellas de una tragedia. Existen trazas de un incendio de finales del VII que ocupa todo el solar como una huella del fuego que asoló todo el solar y se llevó por delante a una mujer de unos cuarenta años de edad que yacía en la zona hasta la llegada del equipo de Juan Miguel Pajuelo.
Transversalmente a la calle San Miguel aparecen los restos de un muro de tapial con el zócalo de piedra derrumbado igual en tamaño a los anteriores, en torno a los 60 cm de anchura, y realizado con la misma técnica.
De época republicana solo se han documentado restos en la zona oeste del solar bajo el aterrazamiento imperial. El conjunto republicano se interpreta de habitación y esta compuesto por tres estancias de la cuales una esta completa a nivel de cimentación y los restos de un suelo de opus signinum. La fase republicana se haya muy destruida por las construcciones imperiales.
Fase Imperial
Sin duda esta es una de las fases más interesantes. De entrada, está compuesta por un complejo industrial que abarca la totalidad de todo el solar. Ya se han excavado sus dos terceras partes, aunque queda un tercio por documentar. El complejo industrial romano abarca al menos una factoría de salazones y una tinctoria o una fullonica, aunque se tienen indicios de, al menos, otra actividad más, ya que ha aparecido un crisol de fundición en una de las habitaciones perimetrales del patio central de la factoría de salazones. Esta actividad puede ser complementaria para la fabricación y reparación de los elementos propios de la actividad pesquera y conservera, como los anzuelos y clavos aparecidos durante la excavación. Las industrias están divididas entre sí por un aterrazamiento que seguiría la orografía antigua del terreno en dirección al canal Bahía-Caleta y posiblemente se uniría con la factoría de salazones excavada en el antiguo Teatro Andalucía formando un complejo conservero de gran magnitud.
En la parte superior del mismo es donde se han documentado la mayoría de elementos que hacen pensar en la existencia de una tinctoria o una fullonica. Estos restos se corresponden con fragmentos de bolitas de tinte para el teñido de ropas e incluso un fragmento de un contenedor con restos de tinte purpura de gran calidad en su interior. Además hay que señalar la existencia de tres cisternas de gran tamaño una en la zona norte, otra en la zona sur del aterrazamiento y la última en el patio de la factoría de salazones. La cisterna sur es un depósito bicameral geminado con arco en mitra mientras que la situada en el área norte también es bicameral pero separadas ambas cámaras por pilares que sustentan arcos de medio punto. La tercera cisterna es diferente de las anteriores al poseer una bóveda de cañón y conservarse la edificación en perfecto estado.
Complejo conservero
La parte inferior del aterrazamiento es la ocupada por el complejo conservero, organizado alrededor de un patio central. El complejo está formado por una zona de almacenaje donde se aprecian las huellas para situar dolias (tinajas de gran tamaño), así como una esquina pavimentada con tégulas para colocar ánforas, el centro de la habitación está horadado para una poceta de limpieza. En esta zona es donde se almacenarían los aditamentos para salar el pescado. En su lado Sur encontramos una habitación dedicada al envasado del producto, interpretado de esta manera por la enorme cantidad de tapaderas de contenedores encontradas en el abandono del suelo. En el lado norte aparecen un conjunto de ocho piletas de más de 2,50mts de largo por 1,60 de ancho y 2,60mts de profundidad. De estas ocho piletas solo se ha excavado una completa.