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Naufragio balono antes de la suspensión
El encuentro que disputaban ayer Real Balompédica Linense y Granada 74 tuvo que ser suspendido en el descanso por las intensas precipitaciones que caían sobre la zona, que terminaron por convertir el terreno de juego del Municipal en una 'piscina' sobre la que era imposible que el esférico pudiera rodar.
Actualizado: GuardarEl colegiado del choque, Mariscal Sánchez, no saltó ni tan siquiera al césped para decretar la suspensión del choque, ya que cuando enfiló el túnel de vestuarios ya era consciente de que el choque no se reanudaría. Su único fallo fue no haberlo suspendido antes, ya que los últimos 10 minutos del primer tiempo ya se jugaron sobre un terreno de juego completamente encharcado y sobre el que balón no rodaba, sino que flotaba. El colegiado debió suspenderlo ahí, ya que expuso sin sentido a los jugadores de ambos equipos a alguna lesión de gravedad, porque como estaba el campo era lo menos que podía ocurrir.
Pero a la Balona de ayer no le hizo falta la lluvia para hacer aguas, ya que mientras no caía una gota demostró que es capaz de propiciar su propio naufragio sin que nadie llegue siquiera a torpedear su embarcación. Sus jugadores se bastan para hacerlo a base de errores infantiles y absurdos a los que nadie parece capaz de ponerles solución.
Son ya seis las jornadas transcurridas sin poner freno a la falta de concentración defensiva que asola a los jugadores albinegros, lo que debería hacer saltar todas las alarmas, ya que aún hay tiempo de corregirlo, pero no demasiado, que luego vienen las lamentaciones. Y es que este equipo no termina de funcionar, no encuentra el equilibrio ni la regularidad que deben llevarlo al éxito.
El encuentro de ayer fue otro claro ejemplo de como tirar los puntos por la borda, ya que comenzó a decantarse desde muy pronto hacia el lado granadino. Tanto es así que antes de alcanzar el cuarto de hora los nazaríes ya ganaban por dos goles de diferencia.
A los 10 minutos Zurdo, cuya banda sigue siendo un coladero, pecó de inocente hasta la saciedad y cometió un penalti tan clamoroso como infantil, innecesario y absurdo, derribando de manera descarada a David Gámiz, que entraba con el esférico controlado en el vértice del área. Thierry no desaprovechó el regalito y lanzó fuerte y hacia la izquierda de David Pérez, que adivinó la intención y llegó a tocar el balón, pero no pudo impedir que éste entrara en su portería. Dos minutos después, Capa no desaprovecha el segundo regalo de la zaga albinegra y saca petróleo de una pérdida de balón local para hacer el segundo y dejar el partido visto para sentencia.