SEGUNDO LIBRO. El periodista madrileño Antonio Paniagua. / COLPISA
Cultura

Humor corrosivo y tragedia se mezclan en 'Corriente alterna'

El periodista y escritor Antonio Paniagua presenta su segunda novela, un relato iconoclasta que recrea el cóctel amargo de la vida

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El escritor y periodista Antonio Paniagua acaba de entregar a la imprenta su segunda novela, Corriente alterna (Gens Ediciones), un relato iconoclasta que recrea con humor el cóctel amargo de la vida. Con lenguaje cínico y procaz, Paniagua se adentra en el pensamiento caótico de un hombre recluido en un psiquiátrico por culpa de un homicidio. Conforme se suceden las páginas, el lector tiene que enfrentarse al desafío de desenmascarar la impostura del personaje, quien en un soliloquio delirante mezcla verdades e invenciones.

«En la novela se combinan disparates que mueven a la risa y episodios dramáticos, en un intento por retratar a un hombre que es víctima y verdugo», asegura Paniagua. «En cierta manera, Corriente alterna es una aproximación al mito de Edipo, pero con un personaje que se expresa con un habla violenta y, a veces, barriobajera».

Historia

Paco es un enfermo mental confinado en un manicomio que confiesa que su mujer está más sexy que nunca (y eso que la mató hace tiempo). A partir de la asunción de este crimen, el personaje desgrana sus dichas y desdichas con la difunta, Úrsula, y su madre, una mujer maniática y bastante déspota.

El protagonista, que tiene por oficio arreglar aparatos eléctricos, ve la existencia como una guerra entre dos polos «que se llevan a matar». «Paco es de esos tipos que se ufanan de restregar las verdades por la cara, aunque luego es un mentiroso compulsivo», dice el escritor, quien argumenta que el lector de la novela ha de hacer su propia composición de los hechos, pues «se las tiene que ver con un narrador poco fiable, cuyos dislates y exageraciones trata de justificar -y ahogar- con la ingesta de alcohol y tranquilizantes».

Paniagua no desea que la voz soez y desesperada del narrador se confunda con una pretensión de escandalizar. En este sentido rechaza que lo emparenten con la literatura de Bukowski. «El protagonista de esta novela tiene una cualidad que le redime: él quiere amar a las mujeres, pero no sabe cómo».

Monólogo

Como ya hiciera en su anterior trabajo, Amputados, el autor recurre a técnicas cercanas al monólogo interior, pues este procedimiento permite reflejar «los pensamientos más reservados e impúdicos de los personajes». Lo más difícil de la novela, asegura, no ha sido fingir la oralidad, «para lo cual sólo se requiere buen oído», sino «conferir al cúmulo de despropósitos y delirios una trama que proporcionara a la historia unidad y coherencia internas».

A medida que avanza la acción, el autor rebaja la comicidad de lo narrado, en la que cobran un papel preeminente las escenas esperpénticas «No quiero que se lea sólo como una novela de humor supuestamente transgresor».

A su entender, bajo la cortina de una comicidad desabrida se cuentan «las dificultades del individuo para adaptarse a una sociedad que cambia demasiado rápido y que transforma todo lo humano en un pueril espectáculo», destaca Paniagua.