Presupuestos en crisis
El Consejo de Ministros aprobó ayer el proyecto de Presupuestos condicionado por una crisis económica que no sólo ha quebrado una década larga de holgado bienestar, sino que ha obligado al Gobierno a realizar un esfuerzo de austeridad que fue subrayado expresamente por el vicepresidente Solbes. El contraste entre las restricciones que presentan las Cuentas para 2009 y las elaboradas hace apenas un año, cuando aún se confiaba en aumentar el PIB por encima del 3% a pesar de las turbulencias financieras y de los síntomas de agotamiento que afloraban ya en nuestro modelo económico, subrayan la rapidez con que se han deteriorado las perspectivas de crecimiento. Pero también la imposibilidad o la incapacidad del Ejecutivo para anticipar las consecuencias más gravosas de la brusca desaceleración, lo que hubiera requerido en estos meses, antes que una política de ayudas directas a las familias para tratar de reanimar las economías domésticas, una estrategia más decidida de cambios estructurales que acelerara el tránsito hacia un nuevo patrón de crecimiento más productivo. El retraimiento que define el proyecto presupuestario para el próximo año refleja las dificultades para poder reorientar el modelo económico español cuando éste se encuentra ya atenazado por la sombra de la recesión.
Actualizado: GuardarPor una parte, el desplome en apenas un trimestre de los ingresos del Estado por efecto del incremento en las partidas destinadas a sufragar los mayores costes del paro y, sobre todo, por la sensible caída de la actividad empresarial no sólo acorta las posibilidades generales de gasto. También estrecha el margen para avanzar en objetivos concretos, considerados ineludibles para mejorar las estructuras productivas, como la inversión en I+D+I. Por otra, la fijación como prioridades del impulso a las infraestructuras y de la cobertura de las prestaciones por desempleo supone la dolorosa admisión de que los esfuerzos institucionales deberán centrarse en tratar de recolocar la mano de obra expulsada de la construcción y en afrontar la amenaza que supone la destrucción de puestos de trabajo. En esta coyuntura, el presidente Rodríguez Zapatero no se enfrenta únicamente a los escollos de una crisis que hace difícilmente viable su reiterado compromiso de que no moderará sus políticas sociales más ambiciosas, sino a la incertidumbre añadida que implica que el Gobierno carezca hoy de aliados seguros que garanticen la aprobación de los Presupuestos. La voluntad de hacer valer la suficiencia de su mayoría en el Congreso explica la renuncia de los socialistas a iniciar la legislatura condicionados por un socio estable. Pero los motivos que llevaron a descartar a CiU, a fin de no incomodar al PSC de Montilla, y a un PNV amarrado a la deriva soberanista de Ibarretxe continúan hoy vigentes, por lo que procurar esos votos confronta al partido del Gobierno con sus propias contradicciones y con sus limitaciones para erigirse frente a la crisis con un liderazgo incuestionable.