Opinion

Más vale tarde que nunca

CALLE PORVERA No he tenido tiempo para disfrutar de las Fiestas de la Vendimia. Las prioritarias obligaciones me lo han impedido, pero desde la distancia del que no puede probarlas en primera persona me ha dado la sensación de que esta edición ha perdido mucha fuerza. Algo que por otra parte entiendo y comparto, pues en tiempo de crisis la fiesta y la algarabía obviamente deben quedar en un segundo plano. De cualquier manera, en estos casos lo que se critica es una mala gestión de los recursos por encima de la configuración del presupuesto.

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Ya adelanté que Jerez no recibiría con buen agrado la eliminación de la Parada Hípica, pues a pesar de que ya eran pocos los que se levantaban y aplaudían al paso de los caballos, el jerezano se suele acordar de las cosas justo el día que ya no las tiene. Por tanto, una de las tres patas ha cojeado notablemente. Otra, la del flamenco, prácticamente la han cortado. De la tremenda expectación que se creaba en la Plaza de La Asunción se ha pasado al desconocimiento del Alcázar. La diferencia ha sido tremenda, como el día y la noche, y, salvo la Fiesta de la Bulería, Jerez ha dejado de ser flamenco en la vendimia. Es cierto que el tradicional enclave estaba en obras, pero para nada ha sido buena la solución.

En general, las Fiestas han estado desordenadas -la pisa de la uva dejó de ser el pistoletazo de salida- y han llegado muy poco a un público que ha echado muchas cosas de menos. Para el año que viene se anuncian cambios importantes y la creación de una Feria en el centro de la ciudad. Este año llega tarde, pero peor sería que no llegaran nunca.