EL TENDEDERO

Marisol

No se si sabré, si tendré suficiente recursos lingüísticos, si me faltarán palabras, verbos, pero sobre todo adjetivos, para describir las cualidades de una mujer, una amiga, una compañera, una madre, hermana, hija Marisol se fue y nos dejó tanto por decirle que estas pocas letras sólo alcanzan a ser un minúsculo homenaje a una mujer de enormes cualidades.

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Hace una semana justamente nos sorprendió a quienes la queríamos la muerte de Marisol Torrejón Castro y el vacío se instaló en nuestros corazones. El sentimiento de pérdida, la incredulidad, la desesperanza y la tremenda tristeza que en estos momentos aún nos embarga, sin duda, dará paso a la vida y a la luz. La luz que nos dejó su ejemplo y la vida que se materializará en la sangre de su sangre, su hijo lo sabe bien.

Hay muchas formas de expresarlo: la reencarnación, la resurrección, la energía que ni se crea ni se destruye Y aunque la energía que anima a una vida es mucho más que un montón de células juntas formando órganos y sistemas, lo cierto es que la muerte nos arranca la persona material y el no poder verla, tocarla es lo que nos llena de desasosiego. Otra cosa es que sigamos sintiendo la presencia de esa persona querida, que nuestros pensamientos y sentimientos se esfuercen en materializarla, que nos sorprendamos hablándole o pensando que diría o haría en tal o cual ocasión. De esta forma poco a poco nos vamos despidiendo de ella hasta que nuestro corazón recobra la calma y permanece un dulce recuerdo.

Hermana de un querido amigo, enseguida tomó en mi corazón razón de ser su amistad en primera persona. Su capacidad de entrega, su energía arrolladora, su entusiasmo, pero, sobre todo, el estar a mi lado en momentos duros, ofrecerme su casa como si fuese una más del clan familiar, es lo que me hizo sellar con ella una amistad infranqueable. Y es que Marisol sabía reunir como nadie en torno a una buena mesa todo el amor de sus seres queridos. Empresaria, matriarca, amiga GRACIAS por haber formado parte de mi vida.

Perdonen el tono tan personal de este artículo, pero los sentimientos, como la ropa lavada, hay que airearlos para que luego puedan ser guardados en paz.