Ultracatólico e institucional
Carlos Dívar (Málaga, 1941) es presidente del CGPJ sin que haya consenso respecto a si este magistrado desconocido para la mayoría de los ciudadanos tiene el perfil adecuado para dirigir el gobierno de los jueces y el Tribunal Supremo.
Actualizado:Todos coinciden en que su punto fuerte es el sentido institucional, su propensión a hacer siempre lo que cree mejor para el órgano que dirige por encima de intereses personales o consignas ideológicas. En sus siete años al frente de la Audiencia Nacional, en sus 21 años como simple juez de instrucción del tribunal antiterrorista, ha demostrado que no busca notoriedad, que no le importa ser invisible, y que está volcado sólo en el trabajo y en su pasión religiosa.
Es un magistrado conservador y católico hasta la médula, soltero y de dos misas diarias sin que trámite judicial alguno lo impida. Algunos compañeros le consideran un integrista y se molestan cuando les bendice en los pasillos, pero ese mismo perfil le permite presumir de no tener enemigos en un tribunal tan conflictivo como la Audiencia Nacional.
Lo que no está claro es si su éxito en la Audiencia Nacional se debe a una hábil y eficaz labor diplomática, que ha evitado problemas graves y ha apagado fuegos a tiempo, o a su pericia para desaparecer y dejar que los conflictos se solucionen solos o los arregle quien quiera dar un paso adelante.
Bajo su mandato ese volcánico tribunal ha aplacado mucho sus telúricos ímpetus, pero quien ha actuado como el mejor bombero ha sido el magistrado Javier Gómez Bermúdez, mientras que Dívar quedaba en segundo plano, si no ausente.
Y lo cierto es que no tiene obra jurídica: nunca ha puesto una sentencia.