Estrechar el cerco
El funeral en memoria del brigada Luis Conde de la Cruz y las numerosas concentraciones de repulsa que en los dos últimos días se han sucedido en localidades de toda España han logrado situar su espíritu solidario y el anhelo de unidad que comparte la inmensa mayoría de la ciudadanía como patrón al que han de atenerse los partidos políticos. La condena de los últimos atentados de ETA se convirtió en la clamorosa exigencia de que la banda terrorista desaparezca ya y para siempre. Una exigencia reiterada por los responsables institucionales que insisten en que a los activistas del terror no les queda otro futuro que acabar en manos de la Justicia. La detención ayer en Francia de dos etarras armados así lo volvió a atestiguar. El hecho de que uno de los detenidos sea Unai Fano, quien se había prodigado como nuevo rostro de la ilegal Batasuna y había sido presentado en público por Arnaldo Otegi como miembro de la comisión negociadora nombrada por dicha formación para las conversaciones con los demás partidos, confirma la existencia de una única trama etarra con diversas ramificaciones y con activistas que simultanean actividades delictivas con tareas públicas o transitan de unas a otras. Ni siquiera la más escrupulosa defensa de la presunción de inocencia ni la interpretación más garantista de nuestro marco legal podría ya negar una realidad tan evidente.
Actualizado: GuardarComo si el círculo acabara cerrándose en torno a la citada trama, las últimas sentencias del Supremo, a las que siguió la ofensiva que ETA tenía planeada de antemano, han sido corroboradas en sus razones de fondo por la detención de Fano. Pero esta última operación policial en suelo francés ha venido también a evidenciar que el esfuerzo al límite realizado por la banda terrorista durante el pasado fin de semana para demostrar que se encuentra plenamente operativa no puede ocultar la debilidad por la que atraviesa. Las detenciones han vuelto a poner en evidencia que ETA sigue considerando a Francia como el territorio más cómodo para garantizar tanto la continuidad de su retaguardia como el lanzamiento de sus grupos y artefactos más letales. Un hecho que por sí mismo obliga a las autoridades francesas a incrementar los medios humanos y materiales que dedica a la lucha contra el terrorismo etarra y a elevar en su escala de prioridades la dedicación de esfuerzos a esta amenaza.