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ESPAÑA

Segovia despide al brigada del Ejército de Tierra Luis Conde «estremecida» por su asesinato El Patronato Militar, cerrado por primera vez

Los restos del suboficial fueron incinerados tras un homenaje en la Academia de Artillería

CÉSAR CALVAR COLPISA
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El patio de órdenes de la Academia de Artillería de Segovia, que antes fue claustro del antiguo convento de San Francisco, acogió ayer el funeral castrense en memoria del brigada del Ejército de Tierra Luis Conde de la Cruz, la última víctima de ETA. Sus columnas y arcos escarzados gótico-platerescos fueron testigos del acto religioso sobrio y solemne con que la ciudad castellana, considerada como la cuna de la Artillería española, despidió emocionada al militar. Su viuda y su único hijo, Iván, vivieron la ceremonia con enorme entereza, acompañados por centenares de vecinos y compañeros del soldado caído.

La misa de cuerpo presente comenzó a las 10.30 de la mañana y congregó a varios cientos de personas entre familiares y amigos de la víctima, delegaciones castrenses de los tres ejércitos y la Guardia Civil, trabajadores de la academia, donde Luis Conde trabajó durante más de dos décadas y autoridades. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; los ministros de Interior y Defensa, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón; el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono; el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; los líderes de PP e IU, Mariano Rajoy y Gaspar Llamazares; el consejero vasco de Interior, Javier Balza y los generales jefes de Estado Mayor de la Defensa y de los ejércitos de Tierra y Aire asistieron al acto, que por voluntad expresa de la familia de la víctima se celebró a puerta cerrada.

El funeral lo ofició el obispo de la diócesis de Segovia, Ángel Rubio Castro, quien afirmó que la ciudad «se siente estremecida por esta muerte de un ciudadano conocido y estimado por todos». «Segovia y España entera lloramos la pérdida de un ciudadano segoviano, militar de profesión, entregado vocacionalmente al servicio de la patria», subrayó el prelado, que en su homilía hizo una condena tajante de la actividad terrorista de ETA, porque «no produce sólo daños materiales y desgracias personales, sino que genera también en la sociedad un gravísimo deterioro moral».

Lágrimas y abrazos

El féretro, que pasó toda la noche del lunes dentro de la capilla de la academia custodiado por cuatro sargentos alumnos de la escuela básica de Suboficiales compañeros del hijo de Luis Conde, estaba cubierto por una bandera española sobre la que descansaba la gorra del fallecido. Después de la misa, dos soldados depositaron una corona al pie del ataúd, y los militares presentes entonaron el himno La muerte no es el final, con el que los miembros de las Fuerzas Armadas dicen adiós para siempre a sus compañeros caídos, y el himno del arma de Artillería, a la que pertenecía Luis Conde. La viuda y el hijo de la víctima, que vestía su uniforme de cadete, asistieron al homenaje cogidos de la mano y se abrazaron entre lágrimas de emoción.

El presidente del Gobierno se acercó al féretro y depositó sobre la bandera que lo cubría la Cruz del Mérito Militar con distintivo amarillo, condecoración que reciben a título póstumo los militares y guardias civiles muertos en acto de servicio. Después, un soldado dobló en forma de triángulo la bandera que vestía el sarcófago, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Fulgencio Coll, se la entregó a la viuda junto con la gorra de su marido y la medalla. Ocho brigadas compañeros de Luis Conde llevaron los restos del militar a hombros hasta el exterior de la Academia, donde esperaba un coche fúnebre que los llevó a Valladolid para ser incinerados.

Los restos mortales del suboficial asesinado por ETA fueron recibidos en la calle con un largo aplauso, que los vecinos de Segovia extendieron a su viuda y a su hijo. La mujer, vestida con un traje gris claro y cogida del brazo de su único hijo, llevaba en su mano derecha una rosa roja. Mientras bajaba las escaleras de la Academia, lanzó besos al aire a los compañeros de su marido y a los segovianos que acudieron a darle el último adiós a su esposo. Sólo el monolito en «honor y gloria a los que dieron su vida por España» quedó en pie en el patio de armas del Patronato Militar de Santoña tras la explosión del coche bomba de ETA que segó la vida al brigada Luis Conde. Un día después del atentado, decenas de operarios se afanaban en retirar las toneladas de escombros y las montañas de cristales destrozados por la onda expansiva. La academia militar no podrá impartir este año sus cursos de formación de militares después de 50 años de actividad.

El Gobierno y el Ayuntamiento trabajan para rehabilitar el patronato y que pueda volver a funcionar el próximo curso. El Ministerio de Defensa intentará reubicar ahora en Ronda (Málaga) a los 200 alumnos que iban a iniciar el curso el 1 de octubre.

El delegado de Gobierno en Cantabria, Agustín Ibáñez, aseguró ayer que Defensa se ha comprometido a dejar el centro «mejor de lo que estaba» e intentará, incluso, que el próximo verano el patronato pueda estar en condiciones de cumplir con su segunda función, acoger a familias de militares españoles y extranjeros para que, como la de Luis Conde, disfruten de unos días de vacaciones en la villa marinera.