Lluvia de otoño
Todo cansa, incluido el verano. La playa, las noches a la fresquita, las siestas sin límite con aire acondicionado y las camisetas de tirantas están muy bien, pero qué me dicen de un té bien calentito a media tarde cuando hace frío, una mantita en el sofá, una larga sesión de cine cuando fuera está lloviendo, el olor a tierra mojada y la sensación de que todo está más limpio después de un chaparrón.
Actualizado:El verano es más cómodo, más sencillo y desenfadado pero no por eso más alegre. El otoño es la estación que pone a prueba nuestra voluntad. A partir de septiembre todos iremos al gimnasio, aprenderemos inglés o ahorraremos algo de dinero pensando en que la Navidad está a la vuelta de la esquina. En la inmensa mayoría de los casos, esas intenciones quedan en el olvido, pero uno ha empezado una nueva etapa cargado de ilusiones y proyectos.
El otoño y el invierno están estigmatizados: la ropa es de colores oscuros (aunque yo no haya conseguido entender por qué), los comercios cierran antes y todo el mundo comenta lo penoso que es que se acabe el verano. Los primeros fríos tienen muchos encantos y yo ya estoy haciendo hueco en mi agenda para un par de buenas sesiones de mosto con mi abuelo, escuchando historias de fincas, canales de riego y sembrados de patatas. Además, dicen los expertos que este año el mostito será más aromático, ayyy.
La lluvia en el primer día del otoño ha traído casi al presente todas estas sensaciones a pesar de seguir en manga corta. Eso sí, en el centro de Jerez vi ayer exageraos -que de eso sabemos mucho por aquí- con botas de agua y chaquetón, como si estuviéramos en pleno enero. Tampoco es para tanto.