Cádiz C.F.

Otros tiempos

La 2ª B es una competición que no le interesa a casi nadie. En sus cuatro grupos hay equipos de capitales de provincias y poblaciones que generan pocas noticias importantes para el resto del país. Por lo que hace que ocurran cosas que parecen de otra época. De esa España que olía a ajo.

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Lugares donde para llegar hay que dejar a un lado las autovías y aventurarse en esas carreteras abandonadas a la mano de Dios. Y que al llegar al sitio en cuestión, te encuentras con un pueblo semidesierto, con un coche con un altavoz en el techo dando vueltas anunciando el partido que se va a jugar en un campo que tiene cuatro escalones de cemento por gradas. Donde se sientan los lugareños con sus botas de vino y sus bocadillos de tortilla. Todo ello ante la atenta vigilancia de una pareja de la guardia civil. Partidos en blanco y negro, de película de Ozores. Viaje a través del tiempo. Pero lo que me ha hecho retroceder al pasado de forma brusca, ha sido el ver los precios de las entradas para el próximo partido del Cádiz en San Fernando. Y comprobar que son diferentes para hombres, niños y ¿mujeres! Lo que oyen. Hay un precio especial para ellas. Parece que voy a ir al Cortijo de los Rosales a escuchar a Machín. Hombre, no se pueden sacar los pies del plato y ver en ello un acto discriminatorio, aunque no sé lo que pensaría de ello nuestra ministra Bibiana. La medida por lo menos es anticuada y poco elegante. Es noticia digna de salir en todos los telediarios y de crear un debate con cabreo feminista. Nuestra afición, por su juventud, desconocerá que esto era habitual en todos los espectáculos en otros tiempos. Y se preguntará ¿Por qué pagan menos? Mientras que las aficionadas, que se cuentan por miles, estarán alucinadas ante tanta delicadeza. No quiero buscar un escándalo, por muy desafortunada que sea la medida. Pero hijo, eso es de otros tiempos que traen muy malos recuerdos.