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ESPAÑA

ETA intenta provocar una masacre con cien kilos de explosivos en Ondárroa

Detonó por sorpresa un coche-bomba en la comisaría de la Ertzaintza e hirió a tres agentes y ocho vecinos del pueblo vizcaíno

JOSEBA GARCÍA
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ETA intentó ejecutar ayer una masacre en la comisaría de la Ertzaintza de Ondárroa (Vizcaya). Cinco horas después de que detonase un potente artefacto en la sede de la Caja Vital en Vitoria, la banda hizo estallar, a las 4.30 horas y sin previo aviso, otro coche bomba con 100 kilos de explosivos en la puerta de la misma comisaría ondarresa.

La explosión, que despertó a la población de la localidad pesquera limítrofe con Guipúzcoa, no provocó muertos pero causó lesiones menos graves a once personas -tres agentes y ocho vecinos, grandes boquetes en la fachada del edificio y numerosos desperfectos en coches y edificios en medio kilómetro a la redonda.

La banda criminal buscó la masacre en esta localidad de unos 10.000 habitantes sólo cinco días después de que también fallase en el intento de asesinar en Bilbao a un policía nacional que viajó durante kilómetros con una bomba lapa de casi un kilo de explosivos en los bajos de su coche sin que el artefacto, que pudo ser desactivado a su llegada al cuartel de Basauri (Vizcaya), llegase a estallar.

Las imágenes tomadas por las cámaras de la comisaría, junto a los testimonios de los 20 ertzainas que trabajaban en ese momento y de los vecinos, permitieron a Javier Balza, consejero de Interior del Gobierno vasco, reconstruir el atentado terrorista. Balza no alberga duda alguna de que ETA «quería provocar una masacre» y de que actuó con la «intención inequívoca de causar la muerte del mayor número posible de ertzainas». El consejero desveló que el modus operandi de la banda fue idéntico al usado el 14 de mayo en el cuartel de la Guardia Civil de Legutiano (Álava), donde ETA asesinó al agente Juan Manuel Piñuel, alcanzado de lleno por un potente coche bomba.

El comando penetró en Ondárroa poco antes de las cuatro y media de la madrugada y cruzó un Peugeot 307 familiar robado ante la puerta principal del cuartel de la Ertzaintza, con el maletero, que guardaba el artefacto, girado hacia el edificio para dirigir toda la potencia de la onda expansiva hacia la comisaría.

Dos terroristas se bajaron del coche, que bloqueaba la carretera, manipularon el artefacto y, antes de huir a la carrera hacia las afueras del pueblo, donde les esperaba un tercer etarra con el automóvil de la fuga, lanzaron dos cócteles molotov contra la entrada del edificio, un ardid para que los agentes salieran a la calle y les pillase de lleno la explosión.

Cuatro boquetes

La aplicación de las medidas de seguridad diseñadas por el Departamento vasco de Interior y la visión directa del coche bomba a través de las cámaras evitaron que los agentes cayeran en la trampa y salvaran la vida. Los pocos que salieron del edificio lo hicieron por puertas laterales y no por la principal como buscaban los terroristas.

Al momento se produjo la deflagración, que abrió cuatro grandes boquetes en la fachada de la comisaría. La onda expansiva partió de raíz un árbol, arrancó una valla, destrozó cristales de cientos de viviendas y varios vehículos particulares, centros escolares y comercios, y arrojó a la cercana ría del Artibai el motor y un trozo del chasis del coche bomba, que fue rescatado por los buzos horas después.

Cuatro jóvenes que circulaban en un automóvil junto a la comisaría salvaron la vida de milagro. El conductor intuyó el peligro al ver el coche bomba cruzado en la vía, con la puertas abiertas, y acertó a retroceder marcha a atrás lo suficiente como para esquivar la mayor parte del impacto de la explosión. Los cuatro ocupantes fueron trasladados junto a tres ertzainas heridos a los hospitales de Cruces y Galdakano, donde sólo quedaron ingresados dos heridos con pronóstico reservado: un agente con heridas en un brazo provocadas por la metralla y un tímpano perforado, y una joven de 15 años con un traumatismo en la cabeza y una fisura en la zona parietal. Otros cuatro vecinos tuvieron que ser atendidos por lesiones menores.

El salto cualitativo dado por ETA esta semana -una bomba lapa el martes y dos coches bomba con 180 kilos en una noche- coincide con la ilegalización de ANV y PCTV, la disolución de Gestoras Pro amnistía y la condena a penas de entre 8 y 10 años de cárcel a 21 de sus dirigentes.

Algunos vecinos de Ondárroa, municipio gobernado por una gestora, rompieron ayer el mutismo habitual ante el temor a represalias y mostraron públicamente su «indignación».

Una mujer mayor señaló que la explosión fue «terrible, horrorosa, nos ha hecho saltar de la cama». «¿Quién puede hablar en nombre del pueblo vasco y a la vez colocar una bomba que daña a los ciudadanos de a pie?», se preguntó otro vecino. A su lado, un varón curtido por años de duro trabajo en la mar, preguntó en voz alta: «¿qué pensarán ahora de ETA los cientos de militantes de la izquierda abertzale afectados por el atentado?».