EN 'FAMILIA'. El homenajeado, en el centro de la imagen con gafas, junto a una representación de los asistentes a la cita. / ESTEBAN
Jerez

Un homenaje de ley

Martín Gómez Moreno celebró sus Bodas de Plata con su gente en la Merced Se le regaló una réplica del martillo de la Cena

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En esta tierra donde la envidia al que destaca se considera casi natural por repetida, actos como el de ayer cobran un especial sentido, una trascendencia importante, y mucho más en un mundo tan peculiar como el cofrade. Casi doscientas personas se dieron cita ayer en la Basílica de la Merced para acompañar a Martín Gómez Moreno en sus bodas de plata como capataz de Jerez, una cifra difícilmente alcanzable por los vaivenes propios de la Juntas de Gobierno, los cambios sociales incuestionables y el cansancio que el oficio de la trabajadera conlleva para el que lo ejerce.

Doscientas personas quisieron unirse por tanto para homenajear al que sin duda será recordado como uno de los capataces más importantes de la historia de Jerez, y, sin duda, como el que cambió el estilo de la costalería en la última década de los noventa. El homenaje, montado por su propia gente, dejando al margen a las hermandades para que no hubiera suspicacias de ningún tipo, congregó a todos los máximos cargos de las agrupaciones jerezanas con las que el capataz tiene relación, así como al máximo dirigente de las cofradías, Manuel Muñoz Natera, y al antiguo presidente del Consejo, Fernando Fernández-Gao, del que fuera consejero Gómez Moreno.

La Eucaristía tuvo lugar a la una de la tarde a las plantas de la Patrona, y abarrotó las bancas de la iglesia. Una Eucaristía sencilla pero sentida, sin grandes alardes, como era el gusto del capataz, que llegó a la Basílica tras rezar en la iglesia de la Victoria y en San Marcos ante la Soledad y el Señor de la Sagrada Cena, sin duda sus imágenes más queridas y las que más han dejado huella en el corazón de Martín.

Tras la Eucaristía tuvo lugar un almuerzo de gala en el bodegón Santa Ana, en la plaza del Cubo, donde se sucedieron los regalos y las palabras de agradecimiento. El acto, conducido por Andrés Cañadas, contó con la presentación de un video editado por Onda Jerez, donde se repasó de la mano de su propio hijo, Martín Gómez Garrido, la trayectoria cofrade del genial capataz, quien, emocionado, agradeció a todos los presentes su compañía durante el último cuarto de siglo. Enrique Víctor de Mora y Quirós, pregonero de la Semana Santa, realizó una pequeña semblanza sobre Martín Gómez, e Ignacio García Pomar agradeció a Martín, en nombre de todos los costaleros antiguos que han pasado por cualquiera de sus cuadrillas, el enorme esfuerzo, dedicación y compromiso ejercido por el capataz durante los años que lleva al frente del Señor de la Cena, la Soledad, la Merced o el Prendimiento, entre otras tantas cofradías.

Numerosos fueron los regalos que se le brindaron, y que llegaron incluso desde Sevilla, como una partitura dedicada por el compositor Carlos Puelles de una marcha dedicada al Señor de la Cena, aunque, sin duda, el regalo más especial fue la reproducción en plata del martillo del Señor de la Cena, el que lleva 25 años tocando, hecho por Antonio García Falla gracias a la generosidad de la hermandad del Lunes Santo.

Una jornada inolvidable para todos los que tuvimos la suerte de acompañar a Martín Gómez Moreno en algún momento de su vida, que es la razón principal por la que nos dimos cita ayer en la Merced: para dar gracias por haber conocido a un hombre grande que, desde la humildad de un martillo, ha cambiado los valores de un oficio y de una gente tan denostada hace pocos años como admirada en la actualidad.