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CALLE PORVERA

Hay cosas que nunca cambian

A yer se casó en Jerez uno de los nietos de la Duquesa de Alba con una de la mujercitas de la casa Domecq. El enlace fue todo un acontecimiento no sólo para los invitados, sino también para mucho jerezanos que quisieron ver de cerca a varios personajes del mundo del corazón fuera de las páginas de esas revistas que todos leemos, aunque lo neguemos públicamente.

BLANCA ROMÁN braguilar@lavozdigital.es
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De hecho, desde primera hora de la tarde (la ceremonia se celebró a las 18.30 horas) algunos grupitos de curiosos comenzaron a concentrarse en las puertas de Santo Domingo, intentando coger el mejor sitio para saludar a los componentes de dos de las familias más influyentes de la sociedad andaluza y a sus invitados. Era un tanto sorprendente comprobar lo cotilla que puede llegar a ser el personal o lo aburrido que hay que estar para dedicar varias horas del día a guardar cola detrás de una separación por esta causa.

En fin, por lo que sea, minutos antes de la boda la puerta del templo estaba plagada de personas que se mezclaban con los compañeros de la prensa rosa. Es más, a eso de las 16.00 horas, la Policía Local y un grúa municipal se encargó de quitar todos los coches que se encontraban aparcados en las inmediaciones de la iglesia para que nada estropeara la velada, como ocurriera con la boda de El Juli.

El problema está en que a muchos este trato de favor no les ha gustado un pelo, porque bien es cierto que cuando se casa cualquier hijo de vecino si hay coches en la puerta de Santo Domingo éstos se quedan en su sitio y punto. «No nos tratan a todos igual, Jerez sigue siendo una tierra de señoritos», decían ayer unos amigos. Y al ver como se llevaban algunos coches pensé que en el fondo Javi tenía razón: «Hay cosas que nunca cambian».