LA HOJA ROJA

Flautas para una crisis

Las crisis, como los granos, siempre nos salen por donde más se ve. Y se nos ve siempre por el mismo sitio, porque por mucho que nos engañemos, la Casera de cola no es igual que la Coca-Cola, ni los Pettit-suisse saben igual que las marcas blancas que compramos consolándonos únicamente con el precio. Pero nos dijeron que prescindir de lo accesorio ayudaba a soportar los temporales de esta gran ola que ya casi está en la orilla mojándonos los pies, y aunque las penas con pan son menos y por eso seguimos comiendo fuera, la crisis se nota en la calle. Tan fácil como dar una vuelta por la plaza de Mina; sin ir más lejos, la hamburguesería La Teja, en la calle Zorrilla -que sin ser un museo del gourmet hace una comida bastante aceptable- presentaba la semana pasada un lleno absoluto de familias de orden que parecían expulsadas de Cumbres Mayores. Otro querer y no poder. De aquí a nada, volvemos a los restaurantes chinos, si no, al tiempo.

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Las tiendas que fueron de veinte duros, y que ahora son de chinos o de moros -y no es incorrección política, es mera denominación de origen- están haciendo su agosto con la vuelta al cole y sus consabidos gastos de material escolar. Llama la atención cómo muchas familias han retomado la costumbre de abastecerse en este tipo de comercios de bajo coste. Cuadernos, lápices, bolígrafos a un precio y a una calidad inferior de lo que nos costaría en lo que hasta hace poco fue el santuario de los gaditanos, ese gran centro comercial que tanta falta nos hacía. Mochilas de plástico desde las que sonríe una falsa Kitty o en la que un primo de Spiderman desprende olores muy similares a los del petróleo, se van llenando con carpetas de cartón endeblito, lápices a los que la punta se les partirá una y otra vez, gomas que se desmoronan al primer intento y todo lo que se puede adquirir por el módico precio de lo barato sale caro.

Lo más sorprendente es lo de las flautas. Por un endemoniado capricho de los planes de estudio, los niños andaluces tocan la flauta. No se pregunten por qué, no tiene explicación, -y no creo que sea porque la flauta es el primer instrumento que aparece en el Génesis después de la creación- pero los niños de cuarto de Primaria necesitan una flauta. Los precios de las flautas fluctúan más que la bolsa de New York, hay diferencias de hasta diez euros de una tienda a otra y curiosamente, son las tiendas de música las que más baratas las venden, si buscan ustedes una flauta, claro está. Porque las tiendas de veinte duros venden unas a dos euros que dan el pego hasta que el niño intenta arrancarle alguna nota. De apariencia normal, la flauta de dos euros esconde un secreto bien guardado en su funda de imitación. En el paraíso de la falsificación no se dieron cuenta de que la flauta de dos euros no tiene agujero atrás y delante sólo tiene seis, con lo que el niño podrá tocar el instrumento como lo toca la que pide en la puerta de San Agustín, que quizá por eso insulta en arameo a todo el que pasa por delante. Una flauta de mentira, que más de una madre habrá comprado pensando en el ahorro y en la cara de satisfacción de su hijo -las madres somos capaces de incluir en un mismo pensamiento ideas antagónicas- una flauta que no es la de Bartolo, que tenía un agujero sólo, sino que es la imagen perfecta de los tiempos convulsos que vivimos. Parece una cosa, pero no lo es.

Yo no sé con qué flauta aprendió a tocar Federico Pérez Peralta, desde luego no fue con la de Hamelin porque con ella ya no encanta ni a las serpientes. Ni tampoco con la flauta mágica. Porque una imagen, dicen, vale más que mil palabras, y la imagen de Pérez Peralta parece que no es la imagen de la izquierda con la que se identifican muchos de los nuevos votantes. No son buenos tiempos para el PSOE de Cádiz al que también le ha salido un grano donde más se le nota, en sus propias filas. Hay un grupo crítico -así le llaman- que se ha atrevido a hacer públicas sus discrepancias con la gestión del actual secretario local y plantean presentar una lista alternativa que acabe con la inmovilidad del PSOE local y de sus cargos públicos. Aires distintos, alguna ventana por donde entre la confianza del electorado y se convierta, de hecho, en una alternativa de gobierno. No son caras nuevas, pero sí con gestos nuevos. La lista, integrada entre otros por, José Berasaluce o Blanca Flores no tiene mala pinta, la verdad. Por lo menos, tienen oficio conocido, que no es poco. Son, en palabras de Paco Piniella, que lidera la alternativa, «Militantes que se buscaron su habichuelas fuera de un cargo, fuera de una prebenda, y que, al menos en Cádiz, han decidido liderar una alternativa que haga posible que después de muchos años de oposición el Partido Socialista vuelva a ser un partido de gobierno y un partido que haga la política de izquierdas que necesita una población tan castigada por el olvido como es Cádiz». Y no será la única alternativa, porque empiezan a salir notas discordantes por todos los agujeros de la flauta.

A nadie escapa que lo tienen difícil porque de aquí al nueve de octubre todo habrá quedado reducido a la pesadilla de las luchas internas, como las del cuento de la flor del aguilar donde los pastores hicieron una flauta con los huesos del pequeño al que la ambición desmedida de sus hermanos mayores enterró en un barranco. La flauta que siempre tenía la misma melodía Mis hermanos me mataron por la flor del aguilar. De momento, en plena crisis, las alternativas están ahí y tienen ganas de batallar. Ojalá que les suene la flauta.