Las fiestas de la nada
Actualizado: Guardaroy vamos a hacer memoria histórica, pero de otro tipo. Primero, allá por los ochenta, se cargaron las Fiestas de la Vendimia, en una mezcla de puyazo y muerte por asfixia. Yo no voy a discutir que aquellas fiestas tuvieran ya un perfil que no se adaptaba a la sociedad del momento, pero no es menos cierto que en una tierra como ésta, en la que el vino es una de sus banderas internacionales, algo habrá que celebrar en torno a él con dignidad y categoría. Pero a lo que íbamos. Después del final de aquellas fiestas rehabilitaron San Dionisio, para posteriormente diseñar unas fiestas llamadas de otoño que tenían la particularidad de que en su mayor parte se desarrollaban fuera del otoño. Esto parece un chiste pero no lo es. Tirando de memoria puedo recordar, y creo que no me equivoco, que hubo años en los que las llamadas Fiestas de Otoño comenzaban oficialmente el 1 de septiembre y terminaban el 12 de octubre. Bueno, aquello era una especie de saco en el que cabía La Merced, San Dionisio y ya metidos en faena se aprovechaba el puente del Pilar para las cabalgadas medievales de lanzas y cañas en la Plaza del Arenal, que estaban muy bien, pero duraron poco. Luego las fiestas se acotaron mas para finalizar el 23 ó 24 de septiembre, que aquí tampoco ha habido seguridades, y a San Dionisio lo dejaron fuera. En cuanto a la Parada Hípica comenzó muy bien, pero en realidad si somos estrictos y hacemos un balance sereno pero riguroso, podemos afirmar que tan sólo en los primeros años, y ya soy generoso, funcionó bien, a la altura de lo que Jerez se merece. Es decir, que este invento también se fue agotando paulatinamente hasta terminar con la manifiesta decadencia del año pasado. Ahora el Ayuntamiento, que estaba deseoso de borrar los vestigios que le ataban al pasado, después de haber arreglado con dosis de sentido común y civismo lo de la motorada, nos anuncia que vuelve ahora a legitimar e instaurar el pseudo vandalismo ruidoso de las madrugadas de motos, arriesgándose a un pleito en los tribunales del que desde aquí les puedo casi adelantar el veredicto, si hacemos caso a pronunciamientos precedentes. Y para remate nos reinstaura unas Fiestas de la Vendimia guardadas en secreto, con escasa proyección pública pero con banderas por el centro de la ciudad como si fuera a venir un personaje. Nos devuelve unas fiestas sin fiesta pero con mucho títere por la calle, eso sí. Aquí entre banderas y títeres lo arreglamos todo. Mientras tanto, el vino cada vez se bebe menos y se castiga más.