El precio es lo que importa
Cientos de consumidores agotan en pocas horas la fruta y verdura que la Cooperativa Las Virtudes de Conil vende de forma directa en su tienda de Chiclana, pese a las críticas de «competencia desleal» de decenas de minoristas
Actualizado: GuardarLa polémica está servida por la forma en la que ha irrumpido en el mercado, pero eso parece importarle muy poco a los cientos de consumidores que ayer por la mañana agotaron la práctica totalidad del género de fruta y verdura que la Cooperativa Las Virtudes de Conil puso a la venta en el establecimiento que tiene en Chiclana. Los productos están a unos precios muy bajos y eso es lo que importa en las cestas de la compra. El por qué está tan barato y si eso es asumible es una cuestión empresarial y ha disparado la polémica en el sector.
Los tenderos chiclaneros se han quejado de competencia desleal, los propietarios dicen que cada uno vende al precio que puede y ellos pueden porque compran directamente al agricultor y los sindicatos mayoritarios agrarios (COAG y UPA) apoyan la iniciativa, «porque acaba con los abusos de los distribuidores y me parece lamentable que los tenderos la tomen con los agricultores», señaló Salvador Pineda, responsable provincial de COAG. Catalina Piña, de UPA, añadió que «apoyaremos cualquier idea que ayude a los productores».
Mientras tanto, esta especie de supermercado hortofrutícola, que lleva en funcionamiento apenas dos semanas en la zona de Huerta del Rosario y que cuenta con cuatro empleados, fue un hervidero de clientes durante toda la mañana de ayer (sólo abre de nueve a dos de la tarde). Al cliente no le preocupa más que el precio de la etiqueta.
«Estos precios hay que aprovecharlos, hijo, que la cosa está muy mal», aseguraba María Gutiérrez, una chiclanera que llenaba sus dos manos al máximo para portar con decenas de bolsas «con casi de todo... y que me ha costado sólo 15 euros», asegura.
Y es que la diferencia económica se nota. El comercio Tienda Coagrico, Del agricultor al consumidor, de Chiclana, cuenta con unos precios sin competencia dentro del centenar de fruterías y verdulerías de la ciudad. Sirvan unos cuantos ejemplos: el kilo de kiwis estaba ayer a 2,49 euros en la tienda de Las Virtudes, mientras que la frutería ubicada justo al lado de este comercio las despachaba a 2,75 euros; las berenjenas negras oscilaban entre los 0,75 céntimos al euro; los puerros de 1,25 a 1,65 euros; y las patatas pequeñas, de 0,35 céntimos el kilo a los 0,65 céntimos de los puestos de la plaza.
Competencia desleal
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en este nuevo negocio, que está haciendo temblar los cimientos de uno de los mercados más saturados y competitivos de la zona. O eso dicen los que lo forman. De hecho, los minoristas de la comarca (más de un centenar entre Conil y Chiclana) están llevando a cabo diversas movilizaciones a las puertas de la sede de la Cooperativa Las Virtudes en Conil cada tarde. Ayer, algunos de esos profesionales criticaban «la competencia desleal que realiza esta nueva tienda». Ellos, caso de Francisco Javier Cepero, propietario de la frutería El Pincho en el Mercado de Abastos de Chiclana, aseguran que no compiten «en igualdad de condiciones, puesto que nosotros pagamos en subasta el 4% de IVA a la cooperativa y encima el 2% que se lleva el subastero, además de los impuestos de nuestros negocios y las cuotas del transporte y los intermediarios que podamos tener».
Es más: los minoristas y detallistas aseguran que «los agricultores no están vendiendo de forma directa, sino que los beneficios de estas tiendas que están montando (se habla de 33 locales, pero la Cooperativa Las Virtudes ha negado esta expansión y dice que sólo abrirá otro local más en Chiclana), van a parar a sus socios».
De momento, los dirigentes de Las Virtudes se defienden. El presidente de los más de 500 socios de esta cooperativa, Bartolomé Ramírez, aseguraba que «nosotros también tenemos derecho a vender nuestros productos, pero en ningún caso por debajo de los precios de coste y sí eliminando los intermediarios», asegura. Lo cierto es que la polémica está servida. Mientras, los fruteros como Pedro Pacheco de Frutería Cristina de Chiclana se quejan de que «esto será nuestra ruina» y anuncian más movilizaciones, los consumidores aceptan la idea de buen grado, miran su cartera y arrasan con un producto que, por una vez en estos tiempos de crisis, no se paga a precio de oro.