'Quieto parao'
El quieto parao es la versión laico-gadita del quietismo, doctrina mística que propugnaba que lo mejor para salvarse es quedarse quieto esperando que venga Dios con la caña y te pesque. En estos tiempos de apocalipsis financiero, el gaditano, que de siempre ha tenido un puntito trascendente con consolidadas tipologías genuinas como el anarcocofrade o el agnóstico pero menos, se ha entregado al quietismo.
Actualizado: GuardarUn poner, si el domingo pasado se celebró en Cádiz un magnífico Festival Aéreo, el gadita afín al quieto parao argumenta que para el ruido que arman - que las criaturas chicas no pueden ni dormir después de tomar el pecho- y para la pasta que se gastan en queroseno -que con ese dinero habría para pagar el aumento de sueldo de los asesores de Diputación-, cosa que dudo, porque para llegar a esas cantidades probablemente tendría que haber volado el escuadrón completo de F-18, mas vale que se queden quietos.
En fin, que entre el ruido, insoportable, y la contaminación, inaceptable, si total a lo que vienen es a reclutar a los jóvenes gaditanos para el Ejército, cuando es obvio que nuestros chavales están mucho mejor quietos paraos en la plaza Clemente de Torres hermanándose con la afición rival, que vestidos de caqui y cobrando un sueldo, pues para eso que se vayan a otro sitio. Como bien dijo un lector de LA VOZ «Con las bombas que tiraron los fanfarrones, podremos seguir viviendo los gaditanos de subvenciones». Esencia quietista.
Se ha echado de menos un alegato pacifista de los de antes, pero esto no es lo que era. Hace 20 años, el programa hubiera incluido un encadenamiento previo frente al Gobierno Militar, un reparto de octavillas en la plaza de las Flores, la calle Ancha siempre fue territorio facha, y una buena conga de entusiastas con camiseta del Ché por el Paseo Marítimo. Pero la izquierda se ha vuelto quietista, como su gurú, se ha desprendido de la estética underground que tenía su agitprop, y la verdad, se echa de menos.