TRÍO RISUEÑO. Woody Allen se acomoda las gafas mientras Rebecca Hall y Javier Bardem ríen las gracias de los fotógrafos. / EFE
Cultura

Allen aplaca a Bardem

'Vicky Cristina Barcelona' dibuja una ciudad de postal y juega con el tópico del macho ibérico El filme llega hoy a todas las carteleras españolas

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Forman una extraña pareja. Uno enclenque, casi albino, cabizbajo; el otro una mole, bronceado y desafiante. Allen y Bardem comparten su poca disposición a hablar en público, pero ayer no les quedó más remedio que vender 'Vicky Cristina Barcelona', la aventura catalana del director neoyorquino, que hoy se estrena en toda España. Allen nunca sorprende al natural: es como en sus películas. Lacónico hasta que regala un chispazo de genio: «¿Mi estatua en Oviedo le gusta a las palomas o a la gente?». Hasta había más ganas de escuchar a Bardem, a cuenta de su polémica entrevista en 'The New York Times', donde se malinterpretó que llamara «idiotas» a los españoles por criticarle.

«Hubo un comunicado de la periodista aclarando el malentendido, pero, claro, es curioso el empeño de tantos medios en hacer sangre y de tan pocos en publicar la rectificación». El actor, que ha venido con su madre y dejado a Penélope en Los Ángeles, dibujó una imagen a modo de metáfora. «Yo voy por un río con mi barquita y al lado discurre un canal incontrolable de aguas fecales, donde se vierten imágenes y palabras que se me adjudican». Como prueba, los periodistas recibieron tras la rueda de prensa un comunicado de la Unión de Actores ante las declaraciones vertidas en el programa 'Está pasando', de Tele 5. Allí se dijo que Bardem había recogido un galardón especial en la última gala a cambio de que se premiara a su hermano Carlos.

Polémicas aparte, también había ganas por cargarse la última cinta de Allen, producida por el emporio televisivo Mediapro de Jaume Roures. En las revistas americanas, el póster luce el logotipo de la Oficina de Turismo de España. Allen no engaña. Ha rodado un spot para neoyorquinos sofisticados, a los que les entrará ganas de visitar Barcelona después de ver el filme. Como en sus cuentos sentimentales ambientados en Manhattan, aquí todos son ricos y ociosos. Viven en casas de revista de decoración y frecuentan bares chic donde suena la guitarra de Paco de Lucía. Sin embargo, 'Vicky Cristina Barcelona' también tiene chispeantes momentos de comedia servidos por una actriz eminente: Penélope Cruz.

Diálogos desternillantes

Dos turistas americanas (Scarlett Johansson y Rebecca Hall) recorren la arquitectura de Gaudí y los tópicos de la España eterna. Javier Bardem pinta cuadros con la misma pasión con la que seduce a las guiris; Penélope Cruz es su perturbada ex mujer, racial y de sangre caliente. Allen juega con los mitos de Don Juan y Carmen, pero naufraga en su dibujo postal. No falta nada: las Ramblas, el Parque Güell, la Pedrera... Es tan poco imaginativo que se va hasta Oviedo y saca lo único que debe conocer de la ciudad: el Hotel Reconquista. Menos mal que cuando la peripecia de este divertimento menor se agota aparece una desatada Penélope y se adueña de la función. Sus diálogos saltando del inglés al español con Bardem provocan carcajadas de ley. Una película que no se puede doblar, aunque en Cataluña se exhiban casi todas sus copias en catalán.

Con motivo del rodaje de 'Mogambo', John Ford reconoció que había aceptado el encargo para poder pasar unas vacaciones en África. Woody Allen admite que cuando sale de su adorado Nueva York lo hace espoleado por su familia. «Ellos tenían ganas de ir a Barcelona, son los que me presionan para que ruede fuera.

Así que cuando me propusieron el proyecto no dudé. Han sido tres meses maravillosos en una ciudad sofisticada y cosmopolita». Su autor la define como una «historia romántica», que no podría transcurrir en Londres o Berlín. En la taquilla americana ha ido bastante mejor que sus últimas películas. «Es un misterio, no tengo ni idea de por qué unas funcionan y otras no. Juro que no he hecho nada diferente a lo habitual, pero a veces se da un accidente afortunado.

'Vicky Cristina Barcelona' contiene moralejas habituales en la filmografía del autor de 'Annie Hall'. Que la pasión amorosa no entiende de coartadas intelectuales -«odiaría la vida sin amor y sexo»- y que en Europa tenemos una mayor sensibilidad para el arte y los asuntos del corazón.

«Sé que es un cliché esa imagen de un lugar más libre y preocupado por las vanguardias artísticas. Lo cierto es que aquí puedo hacer las mismas cosas que en mi país, pero sí detecto que el público europeo aprecia mejor la libertad de un director de cine. En Estados Unidos el cine es un negocio en el que los espectadores sólo buscan la pura evasión. Aquí se respeta más a los cineastas».

Próxima película

Allen, al que Javier Bardem piropeó «por ser tan cariñoso y dar buenos consejos», recordó que su contrato con Mediapro le ata por otros tres largometrajes. «Pasaremos los próximos tres veranos sin vacaciones», confirmó Jaume Roures. Todavía no ha escrito ni una línea del guión ni sabe el país donde rodará: «Francia, Italia, España...».

El prolífico autor ya ha terminado otra cinta que le ha devuelto a su Manhattan, «una experiencia muy agradable». Como su neurótico alter ego, seguirá quejándose de sus achaques y sin parar de trabajar.

«¿Jubilarme? No sabría qué hacer, no me voy a poner a pasear por la calle o a mirar por la ventana... A otros les cuesta mucho encontrar financiación, pero yo soy un director económico. Una película al año no es demasiado. Además, un día te caes muerto y ya no haces más».