PATRULLA. Agentes de la policía yemení vigilan las proximidades de la Embajada norteamericana en un vehículo artillado poco después del ataque. / AP
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Al-Qaida golpea de nuevo a EEUU Fertilidad para el integrismo

Un atentado contra la Embajada de Washington en Yemen deja 16 muertos, ninguno norteamericano

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El presidente yemení, Alí Abdalá Saleh, lo advirtió el pasado 13 de agosto: Al-Qaida planeaba nuevos ataques en su país y en la vecina Arabia Saudí. No se equivocaba. Ayer, un comando terrorista de la red liderada por el buscado Osama bin Laden se encargó de dar la razón al mandatario árabe. El objetivo, la Embajada de Estados Unidos en la capital yemení, Saná. El resultado, 16 muertos y otros tantos heridos. Sin embargo, ninguna de la víctimas pertenece a la legación diplomática norteamericana.

La estrategia de la nueva y sangrienta acción contra intereses estadounidenses tuvo como medio de destrucción algo consustancial a Al-Qaida: el coche bomba, con el fin de causar el mayor daño posible. Es sin duda su arma preferida y la utiliza con profusión en Irak. En principio. un grupo denominado Yihad Islámica en Yemen se atribuyó la autoría del ataque, pero fuentes policiales lo descartaron de inmediato y apuntaron, al igual que la Casa Blanca, a la organización de la bestia negra de EE UU.

Según algunos testigos, fueron dos vehículos los que a primera hora de la mañana se lanzaron contra un puesto de control situado en el barrio Sheraton de la capital, junto a la zona que acoge la Embajada estadounidense y la residencia de su titular. Uno de los coches iba cargado de explosivos y fue el que saltó por los aires nada más llegar al puesto de vigilancia, mientras que en el otro viajaba el resto del comando.

Tras el estallido, se registró un tiroteo entre los atacantes y los guardias de seguridad de la legación. El intercambio de disparos acabó con la vida de seis soldados yemeníes, la de otros tantos terroristas y la de cuatro civiles que transitaban por el lugar. Un portavoz gubernamental aseguró que los terroristas llevaban uniformes de la Policía y todos ellos perecieron en la acción. De inmediato, las fuerzas de seguridad cercaron el área y numerosas ambulancias se trasladaron hasta la zona con el fin de evacuar a los heridos. Las autoridades no permitieron el acceso a los periodistas. El Gobierno yemení insistió en que, gracias a su actuación, los atacantes no lograron dañar la Embajada estadounidense ni a los ocupantes de la misión diplomática.

Amenaza permanente

Nada más tener noticias del atentado, la Casa Blanca lo condenó enérgicamente, a la vez que ofreció «nuestras más sinceras condolencias a todos los que murieron». El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Gordon Johndroe, apuntó que el atentado «recuerda que continuamos amenazados por la violencia de los extremistas tanto dentro como fuera del país».

Gordon Johndroe también aseguró que el presidente, George W. Bush, «aprecia el trabajo de los diplomáticos estadounidenses y del personal yemení en nuestra embajada». EE UU, añadió, continuará trabajando con el Gobierno yemení «para incrementar las actividades contra el terrorismo y para prevenir que se produzcan más ataques».

La Liga Árabe rechazó la acción terrorista por medio de su secretario, Amro Musa. Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, expresó su deseo de que «no se escatimen esfuerzos para llevar a los responsables ante la justicia»

El de ayer fue uno de los atentados más graves que se ha registrado en los últimos años en Yemen, un país considerado como uno de los bastiones de Al-Qaida en la región. El pasado 18 de marzo, un colegio vecino a la misión diplomática de EE UU sufrió un ataque que causó la muerte de una persona y heridas a otras 17 que se encontraban en las inmediaciones.

Sin embargo, el atentado más mortífero de los últimos meses tuvo lugar el 2 de mayo, cuando una moto bomba aparcada frente a una mezquita explotó y mató a 16 personas que salían del templo, en la ciudad de Saada.

Pero sin duda la más sangrienta de las acciones perpetradas por los seguidores de Osama bin Laden en Yemen tuvo lugar el 12 de octubre del 2000. El objetivo de los terroristas fue el destructor estadounidense USS Cole, atracado en el puerto de la ciudad sureña de Adén. La explosión causó la muerte a 17 marineros norteamericanos y provocó serios desperfectos en el buque, que tuvo que ser remolcado hasta EE UU.

También España ha sufrido en carne propia el terrorismo fundamentalista en territorio yemení. El 2 de julio de 2007, ocho turistas españoles murieron al estallar un coche bomba cuando visitaban un importante yacimiento arqueológico en una región del este del país. Este atentado fue reivindicado por Al-Qaida. Los intentos llevados a cabo en los últimos años por Yemen para combatir el terrorismo siguen sin dar frutos. La debilidad de sus distintos gobiernos y la porosidad de su frontera es terreno abonado para la implantación y desarrollo de grupos del integrismo radical.

Según Abdul Rahman al-Rashed, director general de la cadena de televisión Al-Arabiya, es un país que atraviesa una fase de colapso económico en un momento en que ha tenido que redoblar sus gastos en seguridad y defensa. «Si el país quiere recuperar algún crédito tendrá que luchar aún más eficazmente contra el terrorismo», dijo.

Pero no lo tiene fácil. Sus esfuerzos por ayudar a EE UU en su lucha contra Al-Qaida le han granjeado la enemistad de parte del mundo musulmán. Además, Washington es consciente de que, a pesar de que intenta por todos los medios ayudar a las autoridades de Saná, ya que le conviene tener un aliado así en una región tan conflictiva, el país yemení sigue siendo presa fácil para que aniden redes como la que dirige Bin Laden.