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Morales alcanza un principio de acuerdo con las regiones rebeldes

El Gobierno de Bolivia y los prefectos de Santa Cruz, Beni, Tarija y Chuquisaca se sentaron ayer en Cochabamba a negociar. Atrás quedaron meses de divergencias que desembocaron en las tres últimas semanas de bloqueos, disturbios y muertes, culminadas el martes con la detención del gobernador de Pando por supuesto genocidio.

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La intervención de la iglesia católica salvó in extremis unas conversaciones que finalmente sí tocaron los puntos clave del conflicto: el impuesto petrolero a las regiones, las autonomías, la nueva Carta Magna y la devolución de las instalaciones estatales tomadas por los opositores.

Según un documento, sin la firma de Morales, filtrado por Mario Cossío, prefecto de Tarija, las regiones rebeldes consiguieron la promesa de que recibirán las tasas sobre el crudo y la viabilidad de las autonomías, con modificaciones en el proyecto de la Constitución. Morales garantiza la gobernabilidad del país porque los autonomistas se comprometieron a devolver todas las instalaciones gubernamentales asaltadas y a cesar los bloqueos. También mostró a los gobernadores rebeldes que pueden perder el poder si se empecinan, como le ha ocurrido a su colega de Pando, Leopoldo Fernández, que está preso y acusado de genocidio.