Opinion

Efectos secundarios

La convulsión en los mercados desatada por el hundimiento de la histórica firma Leman Brothers prolongó durante la jornada de ayer sus consecuencias como una gran bola de nieve en un efecto multiplicador que la globalización ha colaborado a propagar por todas las plazas financieras solo contenida, a duras penas, por las multimillonarias aportaciones de dinero líquido inyectadas por los bancos centrales. Pero la proliferación de medidas de intervención para intentar apagar el fuego de la crisis financiera se ve desbordada inmediatamente por nuevos focos de riesgo como la incertidumbre del gigante estadounidense de los seguros AIG que también podría verse obligado a declarar la bancarrota si no reúne en pocas horas ochenta mil millones de dólares o recibe un salvavidas de la administración pública. El creciente reclamo de ayudas estatales desde las empresas en dificultades topa, sin embargo, con la constatación de que todos los esfuerzos empleados para ayudar a las entidades en crisis no logran enderezar la situación, agudizando la sospecha de que el tamaño del agujero financiero derivado de la crisis de las hipotecas basura tiene un fondo mucho más profundo de lo previsto.

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En semejante tesitura parece que solo una aproximación al daño real causado en los balances de las empresas financieras vinculadas al mercado inmobiliario podría ofrecer un horizonte para conocer el alcance del derrumbe. Y aunque no parece sencillo convencer a los gestores bancarios de ofrecer datos reales sobre sus quebrantos económicos las autoridades monetarias deberían exigir una mínima transparencia para poder realizar un diagnóstico lo más ajustado posible a la realidad. La contención de la caída del índice bursátil ayer en la Bolsa española parece confirmar la resistencia al contagio de la banca nacional a las hipotecas subprime pero no podrá evitar verse afectada por sus efectos colaterales; ni podrán sustraerse a la pérdida general de confianza en el sistema; ni han solucionado todavía sus propios problemas, derivados de la falta de actividad en el país y del enorme aumento de la morosidad.