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Tom Boonen. / EFE
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Tom Boonen gana al sprint en una jornada marcada por una huelga encubierta

Hay que echar mano del refranero para hacer más llevadera esta pantomima de ciclismo que vivimos en tierras de Castilla. «Zamora no se ganó en una hora», dice un refrán castellano.

B. U.
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Los participantes en la Vuelta a España debieron tomarse al pie de la letra ese dicho porque tardaron exactamente 5 horas, 21 minutos y 16 segundos en cubrir los 187 kilómetros que separaban Ponferrada de esta localidad. La velocidad media resultó espectacular: 34,794 kilómetros por hora.

Con decir que un sujeto con casco, unos cuernos enormes en la cabeza y la bandera americana corriendo a pie iba más rápido que el pelotón, está todo dicho.

Alguien tenía que ganar y le tocó a Tom Boonen, el vencedor en Córdoba, que parece ir recuperando el tono físico y mental después de una segunda parte de temporada bastante complicada. ¿Qué pasó para que se acumulase un retraso de más de una hora sobre el peor horario previsto por los organizadores? Hubo una huelga, encubierta, de los ciclistas, molestos por la dureza de la etapa del día anterior, que, según ellos, no estaba bien reflejada en el libro de ruta. También dicen que no había señalizaciones en condiciones de lo que se iban a encontrar.

Esto pasa en la Vuelta a España. No se imaginen una situación así en el Giro de Italia o en el Tour de Francia. Allí, los equipos de esos países se hubieran unido y se habrían negado a cualquier intento de huelga de piernas caídas. El paso del tiempo ha cambiado muchas situaciones, pero no de ese tipo.

En la Vuelta a España, en las carreras de este país, vale todo. Los organizadores pudieron equivocarse, pero no se merecían el espectáculo que vimos. Ni ellos, ni los aficionados.