Vaya diversión
Aunque ni yo mismo termine de entenderlo, la tarde del pasado sábado me trasladé a una vecina localidad al objeto de tomar unas tapas y echar el día fuera, y ello tras comprobar que, aún estando supuestamente en fiestas, en mi querido Jerez no había nada que hacer.
Actualizado:Sé que resulta complicado de explicar, pero a pesar que desde el pasado viernes y hasta el próximo día 24, Jerez celebra la programación extraordinaria de actos festivos con motivo de la Vendimia, en realidad los ciudadanos no tenemos claro como disfrutar del evento. De hecho unos turistas me preguntaban por tales fiestas -anunciadas a bombo y platillo por múltiple cartelería repartida por toda la ciudad-, y no me quedó más remedio que decirles que yo, como cientos de jerezanos más, marchábamos a El Puerto, a Sanlucar o a cualquiera de nuestras vecinas costeras, donde al menos estaba garantizado disfrutar de una terraza en una plaza llena de gente.
Y todo ello porque nuestras fiestas de final de verano vuelven a pecar de improvisación, chapuza y falta de ideas. Ninguna duda tengo, a estas alturas, de que uno de los grandes problemas al que se enfrenta quien accede el cargo de delegado de Fiestas es el de rellenar forzosamente unos días festivos sin tener claro su motivo. Las Fiestas de la Vendimia siempre estuvieron claras en el calendario festivo jerezano. Teníamos unos días de feria en el Parque González Hontoria, salía la cabalgata con la Reina y las Damas, se pisaba la uva hasta lograr que brotara el primer mosto delante de la mismísima Catedral, y pare usted de contar.
Con el advenimiento demócrata se quiso dar nuevos aires a unas fiestas que algunos consideraban elitistas -quizás porque la Reina de la Vendimia tenía apellido bodeguero-, pero la falta de ideas imperó y la cosa se fue torciendo; trasladando primero la feria hasta el Mamelón, haciéndola desparecer después, y convirtiendo todo ello en un bodrio al que se pasó a denominar Fiestas de Otoño, con las que Jerez -en un alarde de sin razón- empezó a festejar en las últimas semanas del verano, y sin saber bien por qué, un batíburrillo donde se entremezclaban, sin ton ni son, vino, flamenco y caballos.
Así las cosas, con el nuevo Gobierno municipal, lo primero que se ha hecho -que personalmente aplaudo-, es volver a denominarlas Fiestas de la Vendimia. Ya era hora de que diéramos su sitio a la que tradicionalmente ha sido principal actividad económica de nuestra ciudad. Era necesario comenzar a festejar por derecho y sin complejos, el inicio de todo un ciclo económico que nace con la vendimia y la obtención del nuevo mosto, para festejar que el producto que ha hecho a Jerez universal, nace un año más.
Pero ¿cómo festejarlo? Pues, una vez más, con una amalgama de actividades absolutamente deslavazadas entre ellas y que, no sólo no hacen las delicias de los más pequeños, sino que tampoco divierten a los mayores. Alguien también me preguntaba por qué se han eliminado los dos actos más participativos de toda la fiesta, es decir la Gran Parada Hípica y la Cabalgata. Realmente no sé cuál es el motivo que se puede aducir para cargarse de un plumazo lo único que animaba a acudir al centro en estos días a disfrutar de las fiestas. Deben entender nuestros políticos que la mezcla del vino (pisa, catas o atardeceres en la viña), con los caballos (encuentro ecuestre o enganches), el flamenco (Fiesta de la Bulería) y una serie de exposiciones y artes escénicas, convierten de nuevo a estas Fiestas de la Vendimia, antes llamadas de Otoño, en una impresentable manera de gastar los paupérrimos fondos que aún puedan quedar en las arcas municipales.
A veces es necesario un poco de coraje. Resulta más noble -y los ciudadanos lo entenderíamos- cargarse de una vez y por todas estas fiestas y centrarnos en lo realmente consolidado de nuestra ciudad: Navidad, Semana Santa y Feria, antes que seguir mareando la burra con actividades que, no sólo no atraen a turista alguno, sino que ni tan siquiera divierten a los propios.
Me decía mi hija, con gran dosis de ironía, que estas fiestas van a ser realmente divertidas. Me temo que incluso tendré que darle la razón .