Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Artículos

«Dejadme morir en paz»

Paul Gascoigne, ex futbolista de fama mundial, pide a los suyos que le dejen matarse, a los 41 años, con una sobredosis de alcohol y droga

ROBERT BASIC
Actualizado:

Paul Gascoigne transita con paso firme por un camino sin retorno. El ex futbolista inglés, que brilló con la camiseta de Tottenham, Newcastle, Lazio de Roma y Glasgow Rangers, además de defender la zamarra nacional en 57 ocasiones y anotar diez goles, se está apagando bajo el peso de la autodestrucción. No es el primero (ni probablemente el último). Hay precedentes. Deportistas bañados en gloria y millones que se desvanecen tras abandonar su carrera profesional. Pero ninguno lo había anunciado con tanta claridad, ninguno había cogido tanta velocidad al bajar la cuesta. Gascoigne ya era alcohólico antes de dejar de ser futbolista profesional.

Ahora, todo ha ido a peor. La idea del suicidio le ronda la cabeza desde hace tiempo y, a finales de la semana pasada, a punto estuvo de conseguirlo. Gazza acabó ingresado de urgencia en un hospital de Faro (Portugal) por una sobredosis de drogas y alcohol, cóctel del que echó mano un alma en pena para acabar con todo. Con sólo 41 años, ya no tiene ganas de vivir. En compañía de Jimmy Gardner, un amigo con el que se emborracha con regularidad, Gascoigne hizo las maletas y puso rumbo al Algarve. En la película Leaving Las Vegas, el personaje de Nicolas Cage llega a la ciudad del juego con la firme intención de matarse bebiendo.

Con el mismo guión bajo el brazo, aderezado con drogas y una depresión de caballo, el ex centrocampista de fama mundial en los 90 se desplazó a Portugal y su aventura acabó con un lavado de estómago que permitió que siguiera con vida.

Todo empezó con una llamada a la Policía por parte de los rectores del lujoso hotel Vilamoura, que pidieron ayuda para resolver un problema de orden público en la instalación hotelera. Cuando los agentes se personaron en el lugar de los hechos se encontraron a un Gascoigne semiconsciente, vencido por las pastillas y el alcohol. Fue trasladado de urgencia al hospital, donde también acudieron su ex mujer, Sheryl, y su hija, Bianca. Las dos intentaron convencerle de que, una vez estabilizado, volviera al centro de desintoxicación del que se había escapado. Gazza apenas escuchó sus plegarias y formuló un único deseo: «Dejadme morir en paz». A base de drogas y mucha bebida, añadió.

«Desea la muerte»

El descenso a los infiernos de Gascoigne es uno de los asuntos más comentados en Inglaterra. Hasta la viuda del mítico George Best (otro gran ejemplo de autodestrucción) hizo un desesperado llamamiento para espantar los demonios que habitan en la cabeza del que fuera popular futbolista. Tampoco tuvo éxito.

«Está fuera de control. Sólo bebe y bebe y da la sensación de que desea la muerte», señalaron fuentes cercanas a la familia. Ya no es una sensación. Es un anuncio. Gascoigne llevaba tiempo ingresado en un centro de desintoxicación de Tunes (Portugal). Pero la pasada semana decidió fugarse y alojarse en Vilamoura. Su ex mujer y su hija intentaron hacerle razonar.

Él las insultó y luego les suplicó que le dejaran «morir en paz». La certeza entre sus parientes, sus escasos amigos de verdad y sus antiguos compañeros es que, en realidad, la vida hace tiempo que se le escurrió entre unos dedos pringados de alcohol y pastillas.