El cielo (contaminado) de Cádiz
El cielo de Cádiz sirvió como escenario de un Festival Aéreo este domingo que mezclaba, a partes iguales, una intención de espectáculo con otra propagandística. Está claro que es el Ejército del Aire, como productor, quien elige una ciudad dispuesta a asumir el gasto, e incluso las molestias, de su despliegue mediático. Sus intenciones son tan legítimas como claras: a la exhibición le acompaña un autobús de captación del propio Ejército para invitar a formar parte del mismo y se antecede de una firma de autógrafos por los pilotos. Hacen bien su trabajo. Lo que me parece más cuestionable es que este tipo de espectáculos se realice sobre las ciudades. Sobre cualquiera, aunque ahora me refiera a la que aquí ha querido asumirlo.
Actualizado: GuardarYa se dijo, incluso antes de celebrarse, que iba a suponer para Cádiz un «importante beneficio económico», según la web municipal. Con seriedad, debería cuantificarse. No nos llevemos la sorpresa de la última barbacoa en la que, con datos, se vendió la misma carne que cualquier otro fin de semana de verano, aunque sí aumentaron las ventas de pan y embutidos. Es decir, toda la suciedad de permitir barbacoas en la playa para que la mayoría de la gente se comiese allí unos bocadillos. Y en cuanto a la hostelería, que ésta achacase una mejor recaudación aquella noche al aumento del horario de apertura, también desmitifica el supuesto negocio «para Cádiz» de esa noche sin ley. Para esas alforjas bastaba permitir los bocadillos y un horario nocturno generoso que diferencie entre locales molestos e insonorizados, multando a los que usen la calle como tierra de nadie. Con el Festival Aéreo pasará igual. Es difícil saber cuántos asistieron expresamente a la exhibición y cuántos hubiesen ido de todas formas a la playa ese último domingo del verano antes de empezar los colegios. Como será imposible saber cuánto se consumió de más en los locales cercanos. O, incluso, si lo que se gastó el público al terminar el Festival compensa lo que dejaron de gastar mientras estaban, absortos, dedicados sólo a su contemplación. Es lo malo de hacer las cuentas del Gran Capitán. Son indemostrables.
Con la habitual oscuridad en los gastos, ni siquiera sabemos cuánto nos ha costado ese Festival. Conocemos el presupuesto de otros similares: el de Vigo, entre 30.000 y 35.000 euros, o el de Gijón, 55.000 euros. Es decir, se habrían gastado, en sólo dos horas, la misma cantidad, o el doble, que el tan pregonado ahorro anual por la congelación de salarios de los concejales. Lo mismo, o el doble, que la tan criticadísima subida anual de los asesores de Diputación. Ya ven.
Tampoco se pueden contar las personas que se sintieron muy molestas por ese ruido impuesto durante tres días. Aunque no se trata de ver, como si fueran dos bandos, quien es más para darle la razón. No puede basarse el relanzamiento turístico de la ciudad en un aumento de su contaminación. Con datos de 2007, Cádiz ya está entre las cuatro peores de Andalucía en calidad atmosférica, con alta concentración de partículas en suspensión, y es la tercera peor en contaminación acústica, con 15 decibelios por encima de lo que la Organización Mundial de Salud considera perjudicial. El Festival disparó esas dos pésimas cifras. Aunque se dice que se hace para traer turistas, la propia Asociación de Empresas Turísticas de Cádiz, en una de las medidas que incluyen dentro de sus 6 Planes para el desarrollo turístico de la ciudad pide «realizar campañas de control de ruidos». Porque igual que a muchos parece no importarles, hay otro turismo que huye rotundamente del ruido.
Cierto que la ley permite estas «excepciones» ruidosas. Pero, al igual que con las barbacoas, lo peor es que se renuncia a educar a la población. Es difícil que alguien entienda que lo que se puede hacer un día pase a estar prohibido al siguiente. Que si toda una ciudad debe considerar no sólo permitido sino beneficioso el estrépito de los aviones, alguien proteste porque una moto con escape libre ande luego a sus anchas. ¿Por qué no van a hacer ellos lo mismo que su Ayuntamiento?