Teófila Martínez, Demolition Woman
Pintoresco Cádiz en el que los rojos y los verdes defienden un edificio franquista como el de la Aduana y la derecha, a través del nuevo PGOU que probablemente reciba todas las bendiciones oficiales el próximo año, se apresta a demoler sus muros de estilo herrerista para dejar diáfana la Plaza de Sevilla: si quieren mejorar las vistas, que tiren la fachada de la nueva estación de RENFE, ironizan algunos ciudadanos que han leído la propuesta en tal sentido que desde su exilio argentino envía Enrique Carbonel.A Teófila Martínez y a su equipo parece que le ha dado un pronto destroyer que a su lado Terminator parece una monjita de las misiones. En estos días, la polémica ha alcanzado también a otro inmueble emblemático del casco histórico, el de la antigua Audiencia que, quizá por justicia poética, el Ayuntamiento quiere demoler cuando en sus salas se decidieron numerosísimas demoliciones.
Actualizado: GuardarEl pretexto es el de mejorar la perspectiva de las Puertas de Tierra para revalorizar su entorno y convertirlas en algo así como la Torre de Pisa como algún ilustrado ha dicho, aunque quizá valdría más compararlas, por ello, con la madrileña Puerta de Alcalá, por más que sólo sea por el número de bares que hay en su entorno. Da la sensación de que el PGOU que quiere darse Cádiz pretende reconciliar a Florencia con un quiero y no puedo a lo Manhattan: de un lado, en el Cádiz-Cádiz del casco viejo, se pretende, al menos sobre el papel, extremar la protección de los espacios mientras que a los beduinos se les anuncian viviendas en altura para el Paseo de Carlos I a la altura de los cuarteles de Varela o en el solar que quede del hospital Puerta del Mar. Sin hablar de la ciudad joven prevista en el istmo de Cortadura de tan improbable porvenir legal que todo parece indicar que se tratase de un señuelo para desviar la atención de donde está el verdadero pastel especulativo.
¿Por qué esa preocupación por la perspectiva parece centrarse sólo en ambos edificios? Lo suyo sería, siguiendo esa regla de tres, que se demoliese Hollywood para mejorar el paisaje de La Caleta y ese conjunto que lleva hasta el Hotel Atlántico a punto de ampliarse con todas las bendiciones legales. O esos quioscos tan vistosos que el Consistorio construye a peón, antes de que lo impida la Junta de Andalucía, para beneficiar en suelo público a empresarios privados. O el colegio Santa Teresa, por ejemplo, cuya reubicación se propone precisamente en el edificio de la Audiencia cuando desde el colegio de Arquitectos se insiste en que la prioridad urbanística de Cádiz sería mejorar las vistas y la protección del litoral más que ese otro Cádiz interior que tanto parece interesar al equipo de Gobierno de la Plaza de San Juan de Dios. En una ciudad como la capital gaditana, tan pendiente del erario público para su supervivencia, la canción de moda sigue siendo la de Los Chanclas: ¿y tú de quien eres? Buena parte de la ciudadanía, a menudo, divide sus simpatías entre el Ayuntamiento y la Diputación en el número de familiares que tenga trabajando con cargo a cada una de dichas instituciones.
No queda bonito precisamente que la Diputación aumente con alegría el sueldo de sus altos cargos en tiempo de crisis, cuando hasta el gobierno andaluz y los parlamentarios de esta comunidad han congelado sus salarios. Pero tiene razón en intentar proteger al edificio de la Audiencia que le ha costado un Potosí y cuya enajenación permitió en gran parte dar el primer paso para la construcción de la Ciudad de la Justicia. Lo que ocurre es que su propuesta de declarar al inmueble como Bien de Interés Cultural quizá llegue tarde como ocurrió con el edificio de la Aduana. De esta opinión era la anterior delegada de la Consejería de Cultura, Lola Caballero, cuya destitución incumplió todas las formas de cortesía posibles hace unos meses. En especial, por parte del secretario general del PSOE de Cádiz, Francisco González Cabañas, a la sazón presidente de dicha institución provincial. A juicio de la exdelegada no se puede instar la declaración de un BIC para evitar su demolición. Pero habrá que verlo. De momento y al margen de que la alcaldesa, que seguro que daría estupenda en pantalla grande y en cinemascope reconvertida en Demolition Woman, lleve a cabo sus planes con la Aduana y con la Audiencia, habría que revisar y aumentar las declaraciones de BIC de Cádiz porque el día menos pensado nos colocan un parking de Playmobil donde antes estuvo una coqueta iglesia del XVIII.
Cierto que, al saludar que la piqueta dé al traste con la Audiencia Provincial, Horeca ha aventurado que quizá en dicho solar se encuentre el antiguo Coliseo de Cádiz. Incluso los empresarios gaditanos del sector de hostelería y por tanto del turismo han aventurado que quizá se localice allí un anfiteatro: claro que aquellos que confundimos la arqueología con Indiana Jones pensábamos que el teatro romano ya estaba -y se conservaba diáfano- en el Campo del Sur, sabiamente adosado al Pay Pay. Aquí, ya lo dijo el carnaval, se hace cualquier obra y aparece Espartaco. Por lo que, puestos a ello, Demolition Teófila podría proceder a hacerse una especie de harakiri inmobiliario: lo mismo si procede a la demolición del edificio actual del Ayuntamiento, que tampoco ha sido declarado como BIC, bajo sus cimientos aparece el hipódromo romano, el huertecito de Columela o la piscina de Balbo El Menor donde Julio César jugaba de chiquitillo con unos gargajillos de esparto.