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Será bien recordado

Y FUERA No queda otra. Se lo merece. Una vez que el viento del tiempo se lleve los nubarrones de su última época, estoy convencido de que la afición del Xerez guardará un buen recuerdo de Joaquín Morales. Los argumentos son muchos e importantes. Obviamente, un puñado de líneas no me darían para resumir cuatro años y dos meses de mandato, pero pienso que será bastante sencillo que la basura no prevalezca sobre el nombre del nazareno.

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Habrá quien piense que el listón estaba muy bajo, y que tras las presidencias de Oliver y Silgado, poco había que hacer para quedar por encima de ellos. Pero tampoco hay que olvidar la oscura herencia dejada por los personajillos.

A esos que piensan que poco había que hacer para saltar esa barrera, yo les ofrezco un planteamiento contrario. ¿Qué habría pasado si Joaquín Morales aterriza en una entidad con una masa social de más de 7.000 socios y totalmente asentado en la Segunda División? ¿Qué habría podido hacer Morales sin el peso de una asfixiante carga de números rojos? ¿Dónde podría haber llegado de no haberse encontrado unas oficinas totalmente desiertas? Quizás su alegría habría durado más tiempo, pues si bien Joaquín no ha sido el mejor presidente de la historia del Xerez Club Deportivo, durante el mandato del empresario de Dos Hermanas, esta entidad ha disfrutado de su momento más álgido de sus más de sesenta años.

Todavía recuerdo las carcajadas que soltaban en Jerez cuando aquel iluminado decía que superaría los 10.000 socios. Pues los hizo, de una manera u otra, pero lo logró. Quizás ahora no se le abrirá la puerta grande, pero que menos que una ovación para su despedida.