Alberto Contador. / EFE
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Alberto Contador se consagra en El Angliru y se viste con el maillot oro

Un recuperado Valverde y Joaquín Rodríguez escoltaron al madrileño Igor Anton abandona tras fracturarse la clavícula en la bajada del Cordal

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Cada corredor que va llegando a esta cima tiene un rostro diferente, una forma distinta de expresar su cansancio, el dolor interior que le atenaza, las ganas de parar el sufrimiento que lleva acumulando desde muchos kilómetros antes.

Dicen los ciclistas que si hay algo parecido al infierno eso es El Angliru. Sólo hubo un hombre cuya faz parecía sacada de un anuncio: la de Alberto Contador, el ganador en una de esas cumbres que resultan míticas en el mundo del ciclismo.

El madrileño era el más entero de todos los corredores que doblegaron El Angliru. Es un escalador comparable a Marco Pantani, a Lucho Herrera, el ciclista de las piernas de alambre, y mucho mejor que Lance Armstrong, distinto. Más que un escalador, es el escalador, el único ciclista que queda en el mundo capaz de hacer diferencias en montaña. En Asturias llegó al quinto cielo y dejó la Vuelta a España sentenciada. Quien parecía que iba a ser su gran problema, Igor Anton, se caía bajando el puerto del Cordal. Se golpeaba contra un quitamiedos y se fracturaba la clavícula izquierda. Menos mal que Alejandro Valverde y Joaquín Rodríguez fueron capaces de aguantarle. Mientras Carlos Sastre hacía su carrera, la única que podía, Alejandro Valverde despejó una duda que se cernía sobre él: además de ser muy bueno, si quiere, es capaz de sufrir. Su compañero Joaquín Rodríguez estaba junto a él. Los dos mantenían una ligera esperanza: ver si el molinillo de Alberto Contador tenía intermitencias. No las tuvo.

Sólo dos hombres atacaron, Alejandro Valverde, y Alberto Contador. Uno lo hizo para reivindicarse; el otro, para ganar.