Olmert adiós... o hasta luego
Es curioso, pero ayer dio la vuelta al mundo una no noticia, porque si algo era sabido, estaba anunciado y es inevitable es que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, renunciará en cuanto su partido, Kadima, le encuentre un sucesor en el tiempo pactado: una primaria interna «antes del 15 de septiembre». El único cambio, irrelevante, es que ha recibido un par de días de gracia y la designación tendrá lugar el día 17 por razones prácticas. La presunta noticia es que Olmert dimitirá en cuanto el partido nombre otro líder y recomendará al presidente, Simon Peres, que le encargue la formación de otro gobierno. Otra obviedad.
Actualizado:Lo que sí hay tras todo esto, y lo hay desde el acuerdo finalmente acordado por Olmert y los caciques de Kadima cuando la encuesta policial sobre sus presuntas corruptelas económicas avanzó hacia una eventual imputación, es una baza con la que el primer ministro cuenta: la posibilidad de que su reemplazante no sea capaz de formar tal gobierno y él pueda seguir como primer ministro en funciones.
Para empezar, el ganador, probablemente la ministra de Exteriores Tzipi Livni, debe obtener al menos el cuarenta por ciento de votos en primera vuelta para evitar una segunda que daría lugar a polémicas, alianzas espurias, promesas y un espectáculo poco edificante en esta coyuntura. Y, sobre todo, hay que renovar la coalición vigente, lo que exige el cierre de filas del Kadima en torno al sucesor y que los socios menores no caigan en la tentación de cambiar de amo y se pasen a Benjamín Netanyahu, líder del Likud.
Tal es la importancia real de lo que está en juego. Con casi todo el mundo deseando evitar elecciones anticipadas, Livni se dice lista para presidir un gobierno de unión nacional, con precedentes en el país y que arreglaría las cosas con el Likud para lo que resta de legislatura. Si eso no funciona, y es lo probable, Livni o quien sea deberá coser una coalición con los inestables Shas, Israel Beiteinu, etc., lo que podría llevar semanas o meses como espera Olmert. Él ha sido primer ministro sólo porque el general Sharon sufrió un ataque cerebral, lo sabe y quiere seguir en la oficina todo el tiempo que pueda.