Juegos peligrosos
La expulsión por parte del Gobierno de Bolivia del embajador de EE UU ha abierto una crisis diplomática que amenaza con transformar un grave conflicto interno en un nuevo factor de desestabilización internacional, avivando esquemas que se creían superados tras el fin de la Guerra Fría y que afloraron a raíz de la guerra en el Cáucaso. Las culpas atribuidas por Morales a los estadounidenses en la agudización de su enfrentamiento con los gobernadores autonomistas supone agitar de nuevo el fantasma del enemigo exterior como responsable último de los males que aquejan a las democracias populistas de América Latina, cuya expresión más desaforada la sigue representando Hugo Chávez. El presidente venezolano ha vuelto a instrumentalizar las dificultades de uno de los gobiernos cuya actuación tutela para azuzar el antinorteamericanismo en el continente. Una política con la que Chávez se ha erigido en dique de la influencia estadounidense, lo que ha favorecido las relaciones del izquierdismo más radicalizado con regímenes como el iraní y que esta misma semana ha propiciado unas maniobras militares de Rusia en Venezuela que reflejan la disposición de Moscú de asentarse en el patio trasero de EE UU, en respuesta a su acercamiento a los países de la antigua órbita soviética.
Actualizado: GuardarLa desafección que ha provocado la agresiva y ensimismada política exterior de Bush obligará a su sucesor no sólo a restablecer complicidades basadas en la persuasión. También a asumir los límites a los que se enfrenta su predominio en un mundo multilateral en el que resurgen poderosos actores como Rusia y emergen otros como China, que ha extendido su ascendiente hasta el continente africano. Es precisamente esa novedosa reordenación del escenario internacional la que subraya la peligrosa incongruencia que supone resucitar los resabios propios de la vieja política de bloques a la manera en que lo ha hecho Chávez en las últimas horas al atacar desaforadamente a EE UU, pero también Sarah Palin al sugerir futuros conflictos bélicos si Moscú repite una intervención como la de Georgia. La multiplicidad de equilibrios internacionales y la aparición de nuevas exigencias vinculadas a la lucha contra el terror global, la insuficiencia energética o el desabastecimiento de productos básicos están planteando ya desafíos inéditos que no pueden encontrar respuesta en impostadas reminiscencias del pasado, pero cuya mera mención agrava las dificultades del presente.