Dos globos sobrevolaron las tierras de Barbadillo. / T. S.
Jerez

Bautismo de aire entre viñedos

La bodega Barbadillo organizó ayer una intensa jornada, para cerrar la vendimia de 600.000 kilos de uva tinta, en la que un viaje en globo aerostático sirvió para conocer los misterios de la vid

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Han pasado poco más de veinte días desde que la bodega Barbadillo decidiera comenzar la vendimia y ya está prácticamente finalizada. Sin prisa pero sin pausa y con determinación, en sus hectáreas las máquinas han trabajado en horario nocturno mientras que durante el día la mano de obra se encargaba de la recolecta. En esta ocasión, Barbadillo ha utilizado las cosechadoras para la recogida del 70% de su producción, dejando el 30% restante a los jornaleros que ayer se afanaban en retirar de las cepas las últimas uvas tintas que quedaban en sus campos.

Tempranillo, merlot, syrah, tintilla, cabernet y sauvignon son las variedades de tintas que esta centenaria bodega familiar cultiva en sus tierras. Unas 115 hectáreas que se ubican en las fincas de Santa Lucía y Gibalbín, dentro del término municipal jerezano, y que desde el cielo se ven en todo su esplendor.

Y es que un paseo por las nubes en globo por la barriada rural de Gibalbín, además de conseguir que durante poco más de una hora, los problemas que a diario nos acechan queden en el olvido, es una buena forma de observar los viñedos de unas fincas de donde cada año se obtiene caldos de la categoría de Castillo de San Diego -un gran éxito de ventas cuya materia prima es la uva palomino que se cultiva en 450 hectáreas de esta zona- o Gibalbín -un tinto joven y de sabor inconfundible-.

Ayer a primera hora de la mañana, mientras que los jornaleros se trasladaban a las parcelas de tintilla, desde los dos enormes globos aerostáticos (de la empresa Green Aerostación S. L.), que sobrevolaban las instalaciones de la familia Barbadillo, un grupo de periodistas, ayudados por Monserrat Molina, enóloga y directora del departamento técnico de la bodega, y Antonio Barbadillo, desmenuzaban los misterios de los viñedos que sus pies podían contemplarse a más de 200 metros de altura.

«Este año hemos tenido una buena cosecha. Como dimos a conocer hace unos días, hemos recogido 10.783.527 kilos de uva palomino, una cifra algo superior a lo que estaba previsto al principio de la vendimia», explicaba la enóloga. Unos datos que, en cuanto a uva tinta, aún están por determinar aunque, a fecha de hoy, se puede afirmar que «en términos cuantitativos se espera tener una cosecha de unos 600.000 kilos, un 30% menos que el año anterior. Algo que tiene su explicación en que los racimos han sido más pequeños».

Buena calidad

Eso sí, la calidad de la uva tanto palomino como tinta ha sido muy buena y su grado de maduración alto, propiciado por temperaturas cálidas pero no extremas y la ausencia de vientos de levante. «Otra de las características que habría que destacar en esta campaña, en esta ocasión en relación a la uva tinta, es que el producto final tiene mayor redondez y volumen con taninos más suaves», recalcaba Monserrat Molina.

A lo largo de la travesía, que sirvió para que muchos de los allí presenten se bautizaran como pasajeros del viento -al subirse por primera vez a un globo aerostático-, también se pudo contemplar que «la vendimia en nuestras hectáreas ha sido muy rápida. Hemos hecho todo lo posible para que se recogieran a diario 850.000 kilos de uva ya que queríamos evitar problemas que pudieran aparecer por las lluvias o golpes de sol».

Una vez finalizado el recorrido en globo, se procedió «al bautismo del aire aeronáutico», un acto simbólico donde el agua bendita se sustituyó por Manzanilla Solear, «como no podía ser de otra manera».

Una jornada intensa la de ayer en las fincas que Barbadillo posee en Jerez y que, además de aportar datos importantes para conocer la labor que se lleva a cabo en estas instalaciones, será difícil de olvidar para aquellos que tuvieron el lujo de poder disfrutarla.

braguilar@lavozdigital.es