Alejandro Valverde zozobra en el Cantábrico y dice adiós a la general

Las gotas de lluvia golpean con intensidad el autobús del Caisse d' Epargne, lo que parece acentuar el color negro que combina con el blanco y el rojo del equipo. Cantabria, Suances, se muestran en todo su esplendor. Alejandro Valverde, que se ha hundido junto a todo su equipo en esta etapa, permanece encerrado junto a sus compañeros dentro del vehículo. También está Eusebio Unzue. No hace falta recurrir a efectos paranormales para saber lo que se estuvo cociendo entre esos hierros.

No quiso hacer declaraciones Valverde, que se ha despedido de la Vuelta a España. Se ha dejado la carrera en la bajada de un puerto llamado El Caracol, un animal que sale con la lluvia. Ha perdido cualquier opción de poder vencer, incluso de subir al podio salvo que fallen muchos de sus rivales.

Entraba en la meta a 3:23 de Paolo Bettini, vencedor en Suances. Lo hacía roto, con el rostro demudado, la mirada y el alma perdidas, sabedor del fallo que había cometido. Alejandro Valverde no ha perdido la Vuelta por falta de fuerza, ni de equipo, ni de ganas. La ha perdido por un despiste, por estar poniéndose el chubasquero en un momento inoportuno. Ezequiel Mosquera lo explicaba con rotundidad: "Bettini se ha puesto a bajar como loco y allí cada uno ha ido como ha podido".

Ya antes del último puerto, en La Lunada, en un descenso que sería un recreo para la vista, con la cola de caballo de agua barriendo el valle, sino fuese por su peligrosidad, hubo movimiento. Daba la impresión que el agua y el frío aceleraban a los ciclistas. El día estaba siendo duro. Sin embargo, nada hacía presagiar lo que nos iba a tocar vivir. Es lo que tiene el ciclismo, la rutina se rompe, te maltrata, te desguaza física y moralmente cuando menos los esperas.